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La Fundación Areces conserva la casa de Menéndez Pidal como centro de investigación

La Fundación Ramón Areces formalizó el pasado miércoles la compra, por 55 millones de pesetas, de la finca y la casa en la que vivió Ramón Menéndez Pidal, en el olivar de Chamartín, en Madrid, para alojar a la fundación que lleva el nombre del ilustre filólogo, literato e historiador. El objetivo de esta operación es que se conserve la casa como centro de investigación para la consulta de la biblioteca allí existente, compuesta por unos 20.000 volúmenes, y de los archivos dejados por Menéndez Pidal, cuyo estudio ha permitido la publicación de más de una treintena de obras en los últimos 15 años.

La biblioteca de la casa, situada en la antigua cuesta del Zarzal, 5 -hoy calle de Menéndez Pidal-, fue algo muy querido para el que durante 32 años ocupó el puesto de director de la Real Academia Española. En su testamento, firmado a la una de la tarde del 4 de febrero de 1967 -21 meses antes de su muerte-, se recogía su deseo de que los derechos de autor se repartieran en tres partes: una, para cada una de sus dos hijos, y la tercera, para la biblioteca.Esta casa, rodeada de un jardín por el que Menéndez Pidal daba largos paseos y hacía gimnasia, fue dejada en testamento a sus hijos, Gonzalo y Jimena. También les dejó la biblioteca, pero con la condición de que no se podría vender, dividir ni enajenar, y que, en caso de que no hubiera un interés de la familia por mantenerla, pasaría a ser propiedad del seminario Menéndez Pidal o de la Real Academia Española.

El seminario Menéndez Pidal, creado en vida del autor de los estudios sobre el Poema del Cid, la España del Cid, el Cantar del Mío Cid o la leyenda de los infantes de Lara, continuó los trabajos de investigación a la muerte de su fundador, y Jimena, su hija, se encargó de catalogar la biblioteca.

Según fuentes próximas a la familia no fue posible finalizar las negociaciones iniciadas con la Universidad de Wisconsin, en tratos con Menéndez Pidal desde 1965, por las que la universidad norteamericana se comprometía a catalogar la biblioteca y a enriquecerla a lo largo de un número determinado de años. Pasado ese plazo, la universidad podría retirarse y llevarse, si así lo deseaban sus responsables, únicamente los volúmenes por ella aportados.

La biblioteca no corría más peligro que el de ser trasladada a otro centro, con todas las dificultades que ello entraña, si la familia decidía vender la casa. Los intentos de los propietarios de que la casa se convirtiera en una institución estatal chocaron con el desinterés, los cambios ministeriales y las dificultades administrativas.

Miles de fichas inéditas

Las dificultades económicas para el mantenimiento de la casa quedaron salvadas cuando hace un año la Fundación Areces se interesó por conservar la finca, escenario en el que Menéndez Pidal desarrolló la mayor parte de su trabajo, con el fin de ponerla a disposición de la Fundación Menéndez Pidal, institución que, tras varios meses de tramitación, quedó formalizada el 8 de noviembre del pasado año.

La operación entre ambas fundaciones se cerraba el pasado miércoles. Ramón Areces, presidente de la fundación que lleva su nombre, firmaba la compra de la finca y de la casa por 55 millones de pesetas y las ponía a disposición de la Fundación Menéndez Pidal, con la condición de que la casa conserve el espíritu de trabajo que la caracterizó. De esa forma se conserva el patrimonio cultural, representado por la biblioteca y los archivos de Menéndez Pidal, y el físico, representado por la casa y el jardín donde vivió.

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