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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La muerte de Bultó

En su diario de fecha 3 de abril, bajo la rúbrica Tribunales, leí el artículo La Comisión Europea de Derechos Humanos admite a trámite, etcétera.En dicho artículo -por lo demás serio y documentado- hay un punto que a mí, hijo de la víctima, me interesa mucho aclarar, por considerarlo inexacto. Me refiero a la afirmación de que mi padre "... se dirigió al cuarto de baño con la intención de despegarse el artefacto". Creo que constituye una gran ligereza afirmar esto (ligereza involuntaria, de esto no me cabe la menor duda), pues ¿quién conocía las intenciones de mi padre en aquella hora?, ¿quién se hallaba presente en el momento de la explosión? Existen, sin embargo, indicios, importantes pruebas -me atrevo a afirmar-, de que la bomba que le habían sujetado sobre el lado izquierdo del pecho estalló por sí misma, debido probablemente a causas internas. Paso a resumirlos a continuación:

- Cuando yo llegué al lugar de los hechos (fui el primero en hacerlo), el cuerpo de mi padre, con el tórax y la cabeza destrozados, se hallaba justo atravesado en la puerta de entrada al cuarto de baño, un lugar de paso más bien escaso de luz, poco adecuado para dedicarse a manipular cualquier cosa que fuese.

- El brazo izquierdo, arrancado por encima del codo, se hallaba en el extremo opuesto del cuarto de baño con la mano y los dedos intactos.

- El brazo derecho aparecía extendido y adosado a lo largo del cuerpo, con la mano y los dedos también intactos. Lógicamente, sus manos, particularmente la derecha, hubieran debido ser las que manipulasen un objeto situado sobre el corazón, y en tal caso apenas hubiese quedado rastro de ellas.

- Estos detalles supongo que aparecen claramente en las fotografías que fueron tomadas sobre el lugar mismo y que deben hallarse unidas al sumario. Además, fueron explicadas por mi abogado en la vista ante la Audiencia Nacional el 12 de enero de 1982.

- Al llegar a casa (yo acababa de salir, pero me hallaba en un lugar cercano), lo primero que pidió mi padre fue que me avisasen, pues quería, ante todo, hablar conmigo. O sea, que tampoco hubiese sido consecuente con este deseo el tomar riesgos antes de haberme visto y hablado.

- Finalmente, pasando al terreno de los juicios personales, quienes le conocíamos sabemos que mi padre era hombre sereno y reflexivo, nada amigo de tomar decisiones improvisadas. Y no era aquella la primera vez que se enfrentaba a la muerte. / .

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