Pues que bailen
No estamos ante un buen musical, ni siquiera ante un musical propiamente dicho, sino sólo ante una película sobre la música o, mejor, sobre la represión que sufren la música y el baile en algunos lugares del Medio Oeste de Estados Unidos. A uno de sus pequeños pueblos llega un muchacho de la gran ciudad, que queda absorto ante la triste vida que llegan sus condiscípulos: no pueden disfrutar de la música porque el pastor del lugar ha decidido que el baile les corrompe espiritualmente.El joven, harto de verse atacado, y harto también de aburrirse, baila un día en solitario, y decide luego bailar mucho más con los demás. Organiza un guateque, lo defiende ante las fuerzas vivas del lugar ("El baile es nuestra forma de celebrar la vida"), y acaba danzando a su gusto en un número final que difícilmente soslaya la ausencia de bailes a lo largo de la película.
Footloose
Director: Herbert Ross. Guión: Dean Pitchford. Coreografía: Lynne Taylor-Corbett. Fotografía: Ric Waite. Intérpretes: Kevin Bacon, Lori Singer, John Lithgow, Dianne Wiest. Musical. Norteamericana, 1983..Locales de estreno: Palafox, Salamanca, Arlequín.
Estamos, pues, ante una película denuncia, amena y rápida aunque de poco interés, que huele a vieja, al menos en las ciudades donde cantar y bailar es algo felizmente habitual.
Habría que entender la propuesta de la película como un símbolo: la danza es propia de la juventud, y ésta la que está reprimida.
Pero los términos del enfrentamiento con los jóvenes ya no se desarrollan en tales términos: que el conflicto sea así en los lejanos lugares del Medio Oeste estadounidense, no nos implica. En todo caso, nos concierne la música que se oye a lo largo de la película, tema frecuente ya en las discotecas. No es extraño: al margen de su calidad, estas películas se producen para promocionar los discos que salen inmediatamente al mercado. Es otra forma de concebir el cine.
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