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Reportaje:

Un pastel de hojaldre

Vigo. ¿Qué pasa en Vigo? ¿Por qué un viejo cine de barrio toma el nombre del mayor santuario comunista del mundo y se instala en Coruxo, cerca de la playa? El Kremlim es un local inmenso, de una sola planta, centro de referencia imprescindible para modernos y similares. Bibiano es su padre. Si quieres punkies vete allí. Ve también si quieres tropezarte con una actuación de los Siniestros en plan porno o con los Golpes en una escapada, o con Radio Futura, etcétera, pero, por favor, nunca vayas antes de las tres de la madrugada.Vigo. Estación 34 es el otro punto neurálgico que se sale de madre y se escapa al pueblo limítrofe de Nigrán. Vigo. El Manco. Poco más. Citroën, Ascón, la lonja, no tienen nada que ver con la película. ¿O sí? Nos tira el salitre del Atlántico, el Vitrasa. El barrio. Las Cíes. Las gaviotas. Doscientos cincuenta mil habitantes, con un notable porcentaje de penenes, culturetas de otros rollos, galleguistas y ni un solo fanzine con fuerza (intenta sobrevivir Vigorizador), ninguna Prensa favorecedora del invento, poca publicidad a la movida y un cierto sentido intuitivo de por dónde van los tiros en cuanto a imagen (Mara) o a la ropa vieja puesta al día, o en el atisbo de que la marginalidad es la centralidad. Madrid queda muy lejos, pero los gallegos dan la campanada.

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La posmodernidad toma el poder en Vigo

Vigo. Lenin da su nombre a un premio para la mejor diapositiva, labor musical, de imagen, cultural o política del año. Lo pondrá en marcha el Kremlim en estos días para entregar el 17 de mayo, Día das Letras Galegas (¿se capta la relación?). De la izquierda a la modernidad, pasando por aquí mismo. Con el mayor respeto, como dice Bibiano, y con toda la intención. ¿Será casualidad que en Vigo funcione la primera aula de universidad popular donde se dan clases de teclados electrónicos, efectos especiales y cajas de ritmos programables, con más de 45 matriculados? No entendemos nada.

Vigo es un pastel de hojaldre.

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