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La banca de EE UU puede reducir su dividendo para cubrir créditos fallidos en Latinoamérica

ENVIADO ESPECIAL, Algunos de los grandes bancos norteamericanos, con un elevado riesgo en Latinoamérica, están considerando reducir voluntariamente sus dividendos distribuibles como resultado de los retrasos y las enormes dificultades que encuentran algunos países latinoamericanos para abonar a tiempo los intereses y principal de su deuda. Mientras, Argentina y Venezuela iniciaron ayer una ofensiva en Estados Unidos para convencer a sus acreedores y a las instituciones de asistencia mundial, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), de que son capaces de pagar toda su deuda si se flexibilizan algunas de sus condiciones.

La rígida normativa federal de la banca norteamericana, que fuerza a modificar la calificación de los créditos y préstamos cuando se producen retrasos superiores a los tres meses en los pagos de intereses, es el principal obstáculo que están encontrando bancos y países deudores para encontrar vías de solución al problema de la deuda latinoamericana. Frente a sus colegas europeos, más libres a la hora de retrasar la declaración de un crédito fallido, los bancos estadounidenses se ven forzados a percibir periódicamente los intereses de los préstamos concedidos o verse abocados a cubrirlos con reservas.Hasta la fecha, la gran banca norteamericana se las ha arreglado para mantener en situación de pago todos sus créditos en América Latina. Pero el nuevo planteamiento que los dirigentes radicales argentinos pretenden dar a su problema de endeudamiento puede llevar a las principales entidades de crédito estadounidense a afrontar lo que parece inevitable. En medios financieros neoyorquinos se apunta que el Citibank, el banco con más riesgo en Latinoamérica, podría ser el primero en anunciar medidas cautelares, entre ellas las una reducción voluntaria de su dividendo trimestral.

Semana vital

Esta semana se considera de importancia vital en los esfuerzos para encontrar soluciones a corto plazo en los problemas que plantea, sobre todo, la deuda argentina y, en menor escala, la de Venezuela y Brasil. Representantes de estos países, al más alto nivel ministerial, se encuentran desde ayer en Nueva York o Washington para, aprovechando las reuniones de primavera del comité interino del FMI y Banco Mundial, que comienzan mañana en la capital federal, librar consultas con sus acreedores.Por parte argentina, se encuentran en Estados Unidos los ministros de Asuntos Exteriores, Dante Caputo, y el de Economía Bernardo Grinspun. Caputo cenó anoche con David Rockfeller, y almorzó con Henry Kissinger. Por su lado, Grinspun inició negociaciones con al alto directorio del FMI para conseguir un paquete de ayuda de la institución mundial que dote al nuevo Gobierno radical argentino de fondos baratos con los que reestructurar su deuda.

Por otro lado, a última hora de ayer se informaba en Washington del avanzado estado de las negociaciones entre Argentina y el FMI sobre la aceptación por Buenos Aires del programa de austeridad. Según fuentes fiables, Argentina habría aceptado reducir el déficit del sector público a un 6% en relación al PIB para el primer semestre de 1985 (frente al 18% a finales de 1983), al tiempo que elevar los tipos de interés, reducir la inflación e imponer un programa de rentas con fuerte disminución de salarios. El plan podría firmarse en Washington esta semana, lo que permitiría el FMI abrir nuevas líneas de crédito para Argentina.

Polémica interna

La visita de Grinspun viene precedida de malos augurios. Argentina consiguió hace sólo unos días un crédito puente extraordinario de 500 millones de dólares, suministrado por sus propios acreedores y un consorcio de cuatro países del continente, para cubrir los intereses de su deuda que vencían el 31 de marzo. Además, se reconocía ayer de fuente argentina que el nuevo Gobierno desconoce, por ausencia de documentos fiables, cuál es el importe global de su deuda exterior, estimada hasta la fecha en 45.000 millones de dólares.Y, por último, la polémica interna que la solicitud de ayuda al FMI ha provocado en Argentina. Los medios más derechistas del país, estimulados por una campaña en el diario La Prensa de Buenos Aires, han revelado las negociaciones secretas que estaban en curso con el FMI para someter al país a un férreo programa de austeridad. Fuentes del organismo mundial resaltan la dificultad de llegar a un acuerdo con un Gobierno como el argentino, con escaso margen de maniobra para someterse a las recomendaciones del FMI.

Por eso, tanto el FMI como la banca acreedora, la mayor parte con base en Nueva York, contemplan con escepticismo la aventualidad de que se llegue a soluciones inmediatas que sean satisfactorias para ambas partes.

Por su parte, también venezolanos y brasileños, ya con menor urgencia que los argentinos, aprovecharon su estancia en Washington para reconducir su problema particular. Venezuela se encuentra en una situación más desahogada quizá, debido a las garantías de ingresos por el lado de sus ingresos petroleros. Su deuda no es tan elevada -se sitúa en torno a los 30.000 millones de dólares-, pero su vencimiento es a más corto plazo. Brasil ha llegado ya a acuerdos parciales con el FMI y ha repartido en un período más largo sus pagos.

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