Joan Ponç, fundador de Dau al Set, falleció en Saint Paul de Vence a consecuencia de su grave afección renal
El pintor y dibujante catalán Joan Ponç falleció a las siete de la mañana de ayer de un paro cardiaco, en la localidad francesa de Saint Paul de Vence. Será enterrado en la Roca de Camprodón (Gerona), en donde el pintor tenía su estudio, Joan Pong estaba enfermo desde hacía muchos años. Sufría diabetes y hace poco tiempo, en el pasado mes de enero, tuvo que someterse a un trasplante de riñón, órgano que le cedió su propio hermano, en el hospital Edouard Herriot, de Lyon (Francia), y que al parecer había empezado un proceso de rechazo. También recientemente había sufrido una operación ocular, para evitar la pérdida total de la visión. Se da la circunstancia de que hasta hace unos días se exponía en Barcelona una muestra de dibujos en pequeño formato que el pintor realizaba durante la espera en las salas de los médicos que se veía obligado a visitar con frecuencia. Joan Pong vivía actualmente en la Costa Azul con la que era su segunda esposa.
Nacido en Barcelona en 1927, el pintor y dibujante catalán Joan Ponç se formó en el taller de Ramón Rogent y en la Academia de Artes Plásticas. En su autobiografía, escrita en 1978, describe su infancia como una verdadera pesadilla durante la cual la única persona capaz de expresar buenos sentimientos fue su abuela. Los continuos castigos en el desván de su casa le proporcionaron el primer soporte para sus licencias artísticas. Con sus uñas dibujaba siluetas en las paredes. El castigo continuo en su casa y en las escuelas de monjas -recuerda también cómo la monja encargada de su curso llegó a enloquecer durante la guerra saliendo desnuda a la calle-, la manipulación del corcho de los árboles para realizar pequeños jardines ficticios, la caza de pequeños insectos, que luego "contemplaba con intenso placer cuando se retorcían de dolor" en su cazo-mazmorra, fueron algunos de los elementos cotidianos que el Ponç adulto recuerda de su primera infancia. "Sin duda", afirmaba en 1978, "la pintura y el dibujo me han sido necesarios para vivir, para desenvolverme, como en un acto mágico".
Un primer fracaso
Su primera exposición, en 1945, fue un fracaso. Poco después apareció un artículo de Sebastiá Gasch en Destino, ilustrado con una reproducción de Ponç. Ello provocó numerosas cartas de protesta enviadas a la redacción de la revista barcelonesa. Conoció a los poetas Joan Brossa y J. V. Foix. Este último presentó su obra en una exposición, celebrada en 1947, en la sala Els Blaus de Sarriá (Barcelona), junto a la de los artistas August Puig, Jordi Mercader y Pere Tort, con quienes fundó la revista de arte y literatura Algol, en la que destacó también la colaboración del poeta Joan Brossa y de la que se editó tan sólo un número. Algol iba a ser el precendente de Dau al Set, que más tarde Joan Ponç iba a dirigir, y en la que participaron artistas como Modest Cuixart, Antoni Tàpies, Joan Tharrats y el historiador del arte y crítico Arnau Puig. Como explicó en varias ocasiones el propio Ponç, el origen de Dau al Set está en una revista de fútbol que realizó durante su época de estudiante en los Salesianos, en la que el pintor ilustraba con sus dibujos los artículos de sus compaperos.Más recientemente Joan Ponç hizo otra revista. En este caso, sin textos, y tenía como colaboradores a los pintores Arranz Bravo y Bartolozzi. Uno de los números de esta última publicación está enteramente dedicado al poeta J. V. Foix. En 1949, seleccionado por Eugenio d'Ors, participa en una muestra colectiva junto a Dalí, Miró y Torres García en el Salón de los Once, en Madrid. Pero de nada le sirvieron estas muestras de reconocimiento. Vivía en la máxima pobreza y no podía comprar ni las telas para pintar, por lo que dibujaba sobre papel que luego pegaba directamente a la pared con simples chinchetas.
Posteriormente, consiguió unos pequeños ahorros y se instaló en una casa de campo cerca de Montserrat en donde pudo cambiar el soporte de sus pinturas, y pasó a realizar murales al aire libre, que las incidencias temporales lograron borrar con la máxima velocidad. A los 25 años se casó por primera vez, con Roser, con la que tuvo su único hijo, pero de la que se separó años después. También en estos años Joan Ponç se desplazó por primera vez a París, donde, según describe en su autobiografía, se convirtió en asiduo visitante del Louvre y del Jeu de Paume.
Etapa brasileña
Luego, "con muchos cuadros y muy poco dinero", Joan Ponç emigró al Brasil. Unas cartas de recomendación con la firma de Joan Miró le facilitaron la entrada a todos los centros artísticos y culturales. Realizó una exposición individual en el Museo de Arte Moderno de Sao Paulo, entidad que compró la totalidad de las obras allí expuestas. Ensayó todos los estilos pictóricos posibles, trabajó con toda clase de materiales, copió a los clásicos, mientras descubría nuevos mundos y distintas formas de vivir, y en la selva observaba minuciosamente los insectos.Fundó, en Sao Paulo, una escuela de experimentación didáctica en el campo del dibujo y de la creación plástica. La enfermedad le obligó a regresar a Europa en 1964. La galería René Metras de Barcelona organizó una retrospectiva de su época brasileña, que varios comentaristas coinciden en calificar como la más interesante de su obra. La VIII Bienal de Sao Paulo le concedió el Gran Premio Internacional de Dibujo.
A su llegada a España, Joan Ponç se instaló en El Bruc (Barcelona). En esta etapa de su vida aparecieron algunos temas recurrentes, fundamentalmente la creencia en Dios, y la muerte. Mantuvo relaciones con Dalí y conoció a Marcel Duchamp, a raíz de su estancia en Cadaqués. En esta época conoció a su segunda compañera, Mar, con quien se instaló en un pueblecito de los Pirineos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.