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Tribuna:La reforma de la OTAN
Tribuna
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Las recetas de Henry Kissinger

Este año, las elecciones en EE UU coinciden con el 35º aniversario de la fundación de la OTAN. Mientras que en el curso de la campaña electoral norteamericana resuenan cada vez más alto las exigencias de promover "nuevas ideas" (entre otras, en el campo de la política exterior), en los debates desarrollados en torno al futuro de la OTAN se oyen manifestaciones en pro de "modernizar" ese bloque.Precisamente en este contexto apareció en el semanario Time (posteriormente recogido, entre otros periódicos, por el diario madrileño EL PAÍS) un artículo de Henry Kissinger, uno de los "arquitectos" de la política europea de Estados Unidos en los años sesenta y setenta. Es obvio el carácter programático de este artículo.

Tres principios clave

Kissinger reconoce que la OTAN atraviesa por una profunda crisis. Mas, al exigir una "rápida y seria revisión de las doctrinas de la OTAN, de su estructura de fuerzas y su política", el ex secretario de Estado defiende contra tal revisión los tres principios fundamentales de la actividad de la Alianza Atlántica, a saber:1. El monopolio de EE UU a determinar lo que es malo y lo que es bueno para la seguridad de Europa occidental y el resto del mundo.

2. La presunción de la "culpabilidad" de la Unión Soviética (o de los países signatarios del Tratado de Varsovia en su conjunto) en lo que atañe a los planes de agredir militarmente a Europa occidental.

3. La subordinación de todas las funciones de la OTAN exclusivamente a la solución militar del problema de seguridad en el marco de las relaciones Este-Oeste.

La OTAN ha llegado a su 35º aniversario con una situación en que los propios aliados de EE UU en esta alianza, cada vez con mayor frecuencia, expresan recelos respecto a que la guerra nuclear pueda surgir en Europa no a causa de las acciones de la Unión Soviética, sino como resultado del proceder estadounidense en un espíritu de "impunidad nuclear". El instinto colectivo de autoconservación, y no "pacifistas aislados" ni "neutralistas", es lo que ha hecho ver a los europeos las cosas como son, ya que en los últimos años la política exterior y la estrategia militar de EE UU se inclinaron notablemente a preparar una guerra nuclear orientándose al teatro europeo.

En este sentido, ha perdido notablemente su solidez el primer sostén del programa ideado por Kissinger.

La amenaza soviética

En cuanto al factor permanente de la "amenaza de la agresión soviética" contra Europa occidental, ese mito lo necesitan sólo los políticos y generales que han vinculado su destino y carrera exclusivamente con la escalada de los esfuerzos militares de la OTAN. Ellos se han convertido en apéndice de la confrontación, y el cese de ésta redundaría en la muerte política de esos personajes. Sin embargo, Kissinger propone a los eurooccidentales pagar aún más, tanto en el sentido de gastos materiales como en el de seguir arrastrándolos a la vorágine de los preparativos bélicos, porque este mito, frustrado hace ya mucho, siga sirviendo de estorbo en el camino de una auténtica revisión de relaciones en el marco de la gran Europa y de las relaciones Este-Oeste.Veamos, por último, si es sólido o no el tercer sostén de la Alianza Atlántica, a qué ha llevado la orientación exclusiva de la OTAN a la solución militar de los problemas que se desprenden de las relaciones con el Este. Ese enfoque ha llevado a la Alianza a la incapacidad de promover su propia alternativa política, a la incapacidad de responder constructivamente a las iniciativas políticas del Tratado de Varsovia.

De aquí se desprende que las reservas a elevar el prestigio de Europa occidental para garantizar la seguridad paneuropea estriban no en el campo militar, ni mucho menos. Pienso que no pecaré de exagerado al afirmar que hoy Europa occidental se ha adelantado a Estados Unidos en el sentido del prestigio político y, por consiguiente, a la larga, en la influencia política. Lo pérfido de los planes estadounidenses de "seguir elevando la responsabilidad de Europa (occidental) por la defensa" -en lo que hace hincapié Kissinger- consiste precisamente en meter a Europa occidental en un atolladero de variantes militaristas e impedirle materializar con ello su influencia política. Actualmente se exige dar prioridad a los esfuerzos políticos, y no militares, en lo que se refiere a establecer la cooperación política entre el Este y el Oeste en aras de prevenir la guerra nuclear.

El primer disparo

Para comenzar tal cooperación, la URSS y sus aliados proponen a los países de la OTAN que las potencias nucleares asuman el compromiso de no ser el primer país en utilizar el arma nuclear, como lo hizo ya de modo unilateral la Unión Soviética, y concertar un acuerdo sobre la no utilización mutua de la fuerza militar y sobre el mantenimiento de relaciones de paz entre los Estados del Tratado de Varsovia y de la OTAN, comprendida la renuncia a utilizar los primeros tanto los armamentos nucleares como los clásicos.A ello se podrían añadir las demás normas del código de conducta en el siglo nuclear que propone establecer el Este.

De ahí que lo "nuevo" esté a nuestro alcance, pero sólo se encuentra -vamos a repetirlo- en el campo político.

Puede haber contraargumentos de los partidarios de Kissinger en el espíritu de que todas estas iniciativas del Este son inaceptables a priori para Occidente, puesto que están orientadas a separar de Estados Unidos a Europa occidental, a "desarmar" a la otra parte. Sin embargo, tales argumentos, aunque se repitan infinitamente, no se hacen más convincentes, ya que hasta hoy los países de la OTAN no han podido responder en forma colectiva al llamamiento del Tratado de Varsovia para establecer la cooperación política. El profesor Kissinger, con su planteamiento -"más de lo previsto, pero con los eurooccidentales como ejecutantes"-, suplanta la búsqueda de un enfoque y una alternativa completamente nuevos por la galvanización de las falsas presunciones de antaño y de las prioridades refutadas por la propia vida.

Spartak Beglov es profesor de la Academia Diplomática soviética, observador político de la agencia Novosti, de Radiotelevisión Soviética y del periódico Pravda.

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