_
_
_
_
El problema pesquero

Una situación de negociación permanente

La actividad pesquera española en el exterior es la historia de un sobresalto continuo, jalonado de apresamientos, multas, ametrallamientos, manifestaciones de protesta e idas y venidas de la Administración pesquera en Madrid, en plan bombero a plena dedicación, que hasta ahora ha dejado una estela de cierta improvisación, de ir siempre a remolque de los acontecimientos.

Difícil lo tiene el Gobierno, en materia de pesca, dentro y fuera de nuestras fronteras. Dentro, porque los hombres de la pesca exigen energía en las negociaciones internacionales, reclamando derechos históricos sobre caladeros que consideran suyos. Fuera, porque los interlocutores parecen insaciables en sus crecientes exigencias, convencidos de tener la sartén por el mango de la posesión de los recursos.Hay, no obstante, una gran baza a jugar por la Administración, y es la condición de España como magnífico mercado para las exportaciones pesqueras de otros países. Se trata de jugar en el futuro con el binomio acceso a recursos a cambio de acceso a mercado. En materia de pesca, las relaciones de España con otros países se basan en acuerdos marco que se desarrollan cada año en base a su correspondiente plan de pesca. Actualmente están en vigor más de una veintena de tales acuerdos, que plantean unas negociaciones anuales cambiantes, siempre difí8ciles, pero que, en opinión de la Administración, "permiten trabajar a una importante flota de altura fuera de los caladeros españoles". Del mal, el menos.

El sector pesquero debe asumir la dura realidad del descenso anual de capturas y de buques. Con algunas sorpresas de ampliación de caladeros, generalmente en países del Tercer Mundo que, carentes de recuirsos tecnológicos y financieros, se ven forzados a recurrir a aquellos que sí disponen de ellos. España está bien situada para llegar a acuerdos de cooperación mediante el establecimiento de empresas mixtas, construcción de infraestructura portuaria, capacitación profesional en materia pesquera, etcétera. Pero serán fórmulas ya alejadas de la vieja explotación directa de los recursos en base a licencias, fórmulas basadas en la cooperación y las contrapartidas.

El calvario anual con la CEE

La Administración trabaja de firme en esta alternativa, que deberá salvar la exigencia de la CEE de acabar con las sociedades mixtas. Con la Comunidad Económica Europea existe un acuerdo marco de cinco años de duración, firmado en 1980, que debe desarrollarse anualmente. Todos los años, a primeros de enero, comienza el calvario de una negociación tensa que inevitablemente conduce a una reducción de cuotas y licencias. Los argumentos de la CEE no son otros que los de la defensa de los sagrados intereses de los países miembros; su estrategia se dirige a lograr que España llegue al momento de la adhesión con unos efectivos tan bajos que su asimilación no cause ningún problema. El Gobierno piensa que el ingreso de España supondrá un plan de pesca nuevo, acorde con el contenido del tratado de adhesión. En otras palabras, que el ingreso definitivo en el club de los diez detendrá el proceso de regresión continua, momento a partir del cual las cosas ya sólo podrán ir a mejor.

Portugal rompe el trato

"Portugal nos toma el pelo" es la frase acuñada por las cofradías y patronales gallegas. Con el país vecino existen dos acuerdos sobre derechos recíprocos de pesca: el de 1969, con 20 años de vigencia, para la pesca entre 6 y 12 millas, y el de 1978, entre 12 y 200 millas. Ambos han sido denunciados unilateralmente por Portugal, que considera el primero obsoleto y no aplicable, mientras tacha al segundo de contrario a sus intereses. España argumenta que el acuerdo de 1969 está plenamente en vigor, aunque siempre se puede discutir una revisión de sus cláusulas, mientras que con respecto al de 1978 los estudios españoles descartan la situación de sobrepesca esgrimida por Lisboa.Así han transcurrido 15 meses de negociaciones infructuosas, con un mandato político por medio de llegar a un acuerdo, resultado de la llamada cumbre de Lisboa entre los jefes de Gobierno de ambos países. El trasfondo del empecinamiento portugués parece residir en su idea de que la CEE defenderá sus tesis una vez producido su ingreso, acontecimiento que, según Lisboa, se producirá naturalmente antes que el de España. Portugal no parece interesado, por tanto, en adquirir compromisos parciales con España, con la vista puesta en Bruselas. Ahora mismo se vive un compás de espera activo, en espera de un nuevo guiño entre ambas Administraciones para reanudar el diálogo.

Otros frentes abiertos

Con Marruecos existe un acuerdo de cuatro años, firmado el 13 de agosto pasado, que ha sido muy criticado en España, "pero que permite faenar a la flota de fresco más importante que tenemos en aguas no españolas". Con Mauritania existe un acuerdo de cooperación en la materia que data de 1981, pero cuyo correspondiente plan de pesca no ha sido desarrollado en los tres últimos años. La semana pasada se celebró una nueva ronda negociadora, y las autoridades de Madrid esperan llegar a la firma del mismo antes del próximo verano. Con Canadá existe un acuerdo marco firmado en 1976 por 10 años de duración, sin que exista plan de pesca desde 1981. Una delegación española se encuentra actualmente en Terranova, esperándose lograr una cuota de 5.000 toneladas de bacalao. Con Guinea-Conakry existe un acuerdo prácticamente concluido. El correspondiente a Madagascar se ha renovado ya, mientras en abril se reanudarán las conversaciones con Tanzania y Cabo Verde. Con Estados Unidos, Senegal y Angola habrá que negociar los planes anuales, que no se espera ocasionen problemas especiales. Así, hasta la veintena de acuerdos en vigor. Madrid, o la negociación permanente en materia pesquera.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_