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El gobernador civil de Sevilla, preocupado por el aumento de la tensión en el pueblo de El Coronil

Un pueblo que exige garantías de un número suficiente de peonadas al año, un propietario agrícola que no se las quiere dar, un puñado de jornaleros de otro pueblo dispuestos a trabajar a despecho de los intereses de aquéllos y la Guardia Civil, que protege a estos últimos, concurren en El Coronil para crear una situación especialmente tensa. El gobernador civil de la provincia de Sevilla, Alfonso Garrido, teme una explosión en cualquier momento, pero justifica: "Hay que defender el derecho a trabajar de quienes quieren hacerlo".

El problema está planteado en El Coronil, situado en la comarca se villa de la Sierra Sur, una de las zonas deprimidas de la comunidad autónoma con fuerte implantación del SOC, el sindicato del campo heredero de los movimientos anarquistas agrarios del primer tercio del siglo. Los jornalero del SOC de El Coronil quieren forzar a los propietarios de la zona a garantizarles un número de peonadas al año.Gonzalo Candau, uno de los propietarios de la zona, ha decidido recurrir a jornaleros de otro pueblo, de E-1 Cuervo, que llegan cada día, desde principios de esta semana, encabezados por el manijero, Fernando Caballero Fuentes alias El Largo del Salón. Diego Cañamero, secretario general del Sindicato de Obreros del Campo afirma que El Largo del Salón es un militante de Fuerza Nueva, habitual reventador de huelgas, y que en su cuadrilla de 15 hombres se mezclan "niñatos de Fuerza Nueva, estudiantes, vagos y jornaleros auténticos, éstos sorprendidos en su buena fe.

Fernando Caballero dice que es, como los demás, un trabajador necesitado de estos jornales. No obstante, admite que el año pasado no tuvo necesidad de cobrar, el paro comunitario ni un solo día.

Día tras día, los hombres de Fernando Caballero, El Largo del Salón, acuden a la finca de Candau, El Palomo, a clarear la remolacha. Día tras día, un par de centenares de jornaleros del SOC de El Coronil acuden a tratar de impedírselo. Día tras día, desde el lunes pasado, unos 100 números de la Guardia Civil, con equipo antidisturbios, protegen el trabajo de la cuadrilla y dispersan, con más o menos incidentes, a los hombres de El Coronil.

Un día ha hecho falta un disparo al aire, otro han retenido a 50 para tomarles filiación, otro han tenido que ver cómo otros "intrusos", llegados de Carmona o Los Palacios, han cedido a la presión y han decidido marcharse, a la vista de que los argumentos de los hombres de El Coronil les han convencido.

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