La conservación de las obras
Éstas son las réplicas del señor Pérez Sánchez a las acusaciones sobre el mal estado de conservación de obras concretas:
-Las hilanderas y las Pinturas negras de Goya son las obras que se encuentran en peor estado, de entre las importantes. El simposio de especialistas internacionales convocado por el museo nos ha tranquilizado respecto al primer caso, pero en el segundo ha confirmado mi teoría de que las Pinturas negras que nosotros vemos son la obra de Goya más la de muchas manos que han pasado por ellas; la recomendación es no tocarlas.
-La tabla de Santa Bárbara no se ha tocado desde que entró en el Museo, en 1915; las tablas del Maestro de Sisla fueron pasadas a lienzo hacia 1880, es decir, hace más de un siglo, y ya figuran con esa indicación en el catálogo de 1883; las tablas de la Eucaristía, de Rubens, se engatillaron en XIX, cuando era habitual en Europa; la Santa Catalina, de Yáñez, ingresó en el Prado en 1946 con el engatillado que hoy conserva.
-La Sagrada Familia del Roble, de Brueghel, no está engatillada, sino sujeta por tres barrotes del siglo XVI. El estado de conservación de su carpintería es perfecto.
-Jamás se ha usado el barniz teñido, al menos en los últimos 20 años. Tanto del Descendimiento, de Machuca, como de la Visitación, del Maestro de Perea, no hay constancia de su paso por el taller desde su adquisición.
-Lo mismo puede decirse de la Adoración de los Reyes, de Brueghel, adquirida en 1930, cuya lamentable conservación, debida a un brutal repinte al óleo, es anterior a su adquisición y está consignada en todos los catálogos desde 1933.
-La restauración de la Trinidad, del Greco, por el contrario, sí fue realizada en ocasión de la Exposición de 1981.
El director del Museo del Prado puntualiza asimismo que existen catálogos de las diferentes materias -salvo el de Piedras Duras, en el que se está trabajando en este momento-, se queja de la "deliberada ambigüedad" de los términos de las acusaciones, "que pretenden achacarnos culpas cometidas hace 100 años", y se remite al dictamen del fiscal general -que puso de relieve que la mayor parte de las deficiencias ha sido denunciada por el Museo del Prado y por Pérez Sánchez-.
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