Tensión de la sobriedad para la 'generación del 27'

Después de la visita del Coro Manuel de Falla, de Granada, que, dirigido por Ricardo Rodríguez, interpretó excelentemente un monográfico Cristóbal de Morales, la Orquesta y Coro Nacionales han traído a su serie de los martes en el Real a la Coral Salvé, de Laredo, dirigida por su fundador, José Luis Ocejo, el activo director del Festival de Santander y, según las últimas noticias, del futuro Festival de Madrid.Contando con la colaboración magnífica del actor José Luis Gómez, los coros de Laredo abordaron el tema Música y poesía en la generación del 27, a través de un programa que a veces rebasaba los límites generacionales escogidos. Así el caso de las canciones del extremeño/granadino Juan Alfonso García sobre poemas de Machado, o Rosa íntima, del mismo autor, sobre textos de Juan Ramón Jiménez. Alberti aparecía a través de los pentagramas argentinos de Carlos Guastavino, y García Lorca según la asimilación musical del gallego/leonés Ángel Baria. En cambio Rodolfo Halffter, una de las cabezas visibles de la generación, nos llegó en sus epitafios de Miguel de Cervantes. José Luis Gómez recitó poemas de Machado, Hernández y Guillén. La paloma de vuelo popular, o sea, la canción popular armonizada para voces, suponía una dimensión adecuada a los gustos de los poetas y los músicos del 27, cuatro de cuyos representantes figuraban en programa: los burgaleses Antonio José y Ángel Juan Quesada, el alavés José Uruñuela y el cántabro Arturo Dúo Vital. Entre las cuatro canciones de Antonio José y su creativa versión de El molinero (tercero de los Cinco coros burgaleses) hay notable diferencia. Mucho más interesante, la segunda obra acusa con claridad la influencia de Nemesio Otaño. Sencillas y expresivas las páginas de Quesada y Uruñuela, en las dos páginas de Dúo Vital (Venimos de los mártires y Llévame en el carro, carretero), se advierte el dominio de la escritura junto al fervor radical por lo popular. El trabajo de los cantores de Laredo y de José Luis Ocejo abundó en aciertos, dentro de una tónica a la que podría aplicársele el título de una conferencia de Amadeo Vives: "El entusiasmo es la sal del alma".