Reunión crucial en Bruselas para fijar los precios agrícolas de la Comunidad
Los ministros de Agricultura de los diez países miembros de la Comunidad Económica Europea iniciaron ayer en Bruselas una de las reuniones más difíciles de la historia del Mercado Común: la fijación de los precios; agrícolas para la campaña 1984-85, que puede entrañar una pérdida de ingresos para los ocho millones de agricultores de la CEE, a la vez que salvar a la Comunidad de la bancarrota financiera a la que, según todas las opiniones, está abocada por culpa de los subsidios agrarios.
La reunión anual de los ministros agrícolas para fijar los precios de la campaña anual, que se prolongará durante el día de hoy, tiene pues en esta ocasión una inusitada trascendencia, puesto que otorgará, a los ministros la oportunidad para definirse sobre las propuestas efectuadas por la Comisión Europea, que reclaman la virtual congelación de las subvenciones agrícolas durante el año en curso, así como una drástica reforma de la política agrícola comunitaria. El comisario agrícola, Paul Dalsager, ha manifestado que el fracaso en la adopción de un acuerdo sobre precios y reformas antes de finales de marzo próximo, puede colocar las finanzas de la Comunidad en una situación irreversible.Fuentes diplomáticas han puesto, no obstante, de manifiesto que la tarea de llegar a un acuerdo sobre todo el paquete agrícola excede con mucho las posibilidades de los ministros de Agricultura, para entrar de lleno en el terreno de las decisiones políticas de los jefes de Estado, con ocasión de la cumbre a celebrar a finales de marzo en Bruselas.
Rechazo de los agricultores
La mencionada Comisión Europea propuso en enero la congelación de los precios de los productos excedentarios (leche, cereales, vino, aceite de oliva), a la vez que aumentos mínimos en otros sectores. Teniendo en cuenta las importantes reducciones de las compensaciones propuestas, los precios garantizados bajarían en un 5,4% para los agricultores de la República Federal de Alemania y en un 3,1% para los holandeses. Por el contrario, aumentarían en un 3,2% para los franceses y en un 0,8% para los italianos, porcentajes claramente inferiores a las tasas de inflación previstas en los respectivos países.
Este rigor excepcional se justifica, según la Comisión, porque las arcas de la CEE están vacías y la colocación de los excedentes en un mercado mundial estancado resulta cada día más cara al presupuesto comunitario. Las mencionadas propuestas han sido inmediatamente contestadas por los agricultores europeos, que las han calificado de "provocación". La Confederación de Organizaciones Profesionales Agrícolas (COPA) las ha rechazado y reclama unos incrementos medios del 3,9%.
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