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Josep Pla, el escritor que ocultaba el genio bajo la boina

Este año, con la publicación de los últimos escritos de Josep Pla, una semblanza del escritor a cargo de su amigo y editor Josep Vergés y un último volumen de índices, terminará la publicación de los 46 tomos que forman la obra completa de Pla. Josep Pla no sólo es uno de los escritores que más han contribuido a la pervivencia y vitalidad de la lengua catalana en la literatura, sino que su influencia se extiende a todas las letras hispánicas por su polifacetismo; por la sensibilidad y agudeza con que se aproximó literariamente a la historia, la tierra, la cultura y los hombres sobre los que escribió.

"Cuando llegáis a una masía y pedís hablar con alguien, a menudo os responden: Ia persona por quien pide ha ido a dar de comer a las gallinas...¡Magnífico! ¡Es la mejor noticia que se puede tener!".

Éstas fueron las últimas palabras que escribió Josep Pla, muy poco antes de su muerte, el 23 de abril de 1981, a los 84 años de edad. Pla estuvo escribiendo hasta casi el último momento; de hecho, quienes le conocen, como su editor, Josep Vergés, afirman que Pla murió o comenzó a morirse en cuanto comprobó que ya no era capaz de escribir.

Muy poco antes de su muerte, cualquier visitante del Motel Empordà de Figueres podía verle acurrucado en una esquina del comedor; viendo cómo comía la gente más que comiendo él; con su eterno cigarrillo de caldo en los labios y garabateando palabras en hojas sueltas con su letra cursiva, minúscula y ligeramente inclinada. Era Pla; el mismo Pla que ponía las últimas coletillas casi simbólicas a una obra gigantesca, un verdadero catálogo de la vida y el mundo entero, entendidos con singular profundidad desde la concretísima perspectiva de un hombre del campo de Palafrugell.

Un prodigioso observador

Josep Pla i Casadevall nació en Palafrugell en 1897 y aunque, como corresponsal de Prensa primero y por placer más tarde, viajó por numerosos países, siempre le quedó el arraigo a la tierra, a su Empordà, como una de sus características definitorias.La publicación de la obra completa de Josep Pla comenzó en 1964, entre notables dificultades iniciales de orden técnico y no pocas resistencias por parte del escritor, que de entrada se mostraba reacio a ordenar sus papeles y supervisar las ediciones. Como siempre, fue el editor Josep Vergés quien le convenció. El resultado de este gigantesco empeño de 20 años emprendido por Ediciones Destino son 30.000 páginas repartidas en 46 volúmenes que contienen el mundo de Pla, los mundos de Pla.

El viaje por la obra de Pla es apasionante y abrumador, lleno de la ternura y la agudeza de observación de Montaigne, imbuido de la, perspectiva culta y seductora de Conrad, poético como la obra de Valéry y evocador -aunque con un tono vital enteramente distinto- a la manera de Froust. Pero sería extra ordinariamente injusto e inexacto comparar a Pla con nadie. "Era una especie de cámara foto gráfica 31 magnetofón viviente y provisto de genio", cuenta Josep Vergés.

Fascinación por Cataluña

Vergés habla de las incontables referencias literarias de Pla, "que fue durante toda su vida un consumidor voraz y aprovechado de libros. Tenía una memoria extraordinaria, y en su juventud y madurez excedía con frecuencia el Iibro diario". Y aparecen Montaigne y Valéry, Conrad y Boswell, Saint-Simon, Proust, Jules Renard, La Bruyére, Leopardi, Manzini, los superrealistas franceses.... Josep Pla los amaba a -todos, y de todos se nutrió para lograr que su potentísima perspectiva local traspasara las barreras del localismo y se convirtiera en una literatura con incontenible vocación de universalidad.Sin embargo, el genio y la atracción de Pla, que, al igual que El cant dels ocells de Pau Casals o la poesía de Salvador Espriu, han imbuido la fascinación por la cultura y el espíritu catalanes en incontables personas que no habían estado nunca en Cataluña, no puede ser explicado de ningún modo a través de supuestas influencias de otros autores, o siquiera del contacto y la huella de culturas extranjeras que el hombre de Palafrugell conocía y respetaba. "Es posible que Pla no hubiese escrito igual Les hores (Las horas) o Caps ipuntes (Cabos y puntas), o El quadern gris (El cuaderno gris) si no hubiera leído a Valéry o a Proust", dice Josep Vergés, "pero lo que es seguro es que los hubiera escrito".

Josep Vergés se emociona en el recuerdo de Pla. Sobre su cabeza, en una de las paredes de su despacho, campea -solitario- un retrato del escritor agitando la mano con semblante optimista, como si estuviera diciendo Adéu-siau¡, que es un saludo que quiere decir adiós, pero tiene las connotaciones cariñosas y confiadas de un hasta luego.

Ahora, Vergés nos muestra la última hoja que escribió Pla, la que termina con la luminosa observación de la bondad de dar de comer a las gallinas. Esa nota cerrará las obras completas del escritor. Luego será Vergés quien aporte una visión próxima, pero diferente, de Josep Pla.

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