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200.000 brasileños pidieron la elección directa del presidente

Bajo la lluvia fina, más de 200.000 personas llenaron, en la tarde del miércoles, la plaza de la Se -donde está la catedral- de Sao Paulo, en la mayor manifestación política de la historia de Brasil. En la concentración estuvieron presentes gobernadores de cinco Estados, presidentes de los tres partidos de oposición, actores, cantantes y dirigentes sindicalistas, para pedir -junto a la multitud- elecciones directas para la Presidencia de la República.

A las cuatro de la tarde ya había en la plaza poco más de 100.000 personas, que presenciaron el comienzo del acto. Pero una hora después ya había casi 200.000, y los que llegaban no encontraban espacio: la plaza estaba totalmente abarrotada. Empezó entonces la ocupación de las calles vecinas. A las siete de la noche, una hora antes del cierre del acto, los organizadores de la manifestación estimaban en 420.000 el número de personas concentradas en el viejo centro de Sao Paulo. La policía federal dijo que había 170.000 personas. Cálculos más serenos indican entre 250.000 y 300.000.A los gritos de Uno, dos, tres, cuatro, cinco, mil, queremos elegir el presidente de Brasil o de Directas, ya, la multitud escuchó los discursos de los políticos sin moverse, pese a la lluvia. Al final, todos cantaron el himno nacional.

Por la noche, mientras en Sao Paulo todavía la genta cantaba en la plaza, que poco a poco se quedaba vacía, el portavoz dé la Presidencia de la República hizo un breve y displicente comentario sobre la concentración: "Fue un recital de música popular con connotaciones políticas". El portavoz del general Joa Baptista Figueiredo, y desde luego el mismo general, sabe que fue mucho más que eso. Sólo el papa Juan Pablo Il logró, en Ia historia de Brasil, reunir a, tanta gente.

Pese al éxito de la concentración y al impresionante número de manifestantes, el Gobierno federal insistió a través de cortos pronunciamientos de ministros y jefes militares, que el sistema electoral brasileño no será modificado. En 1985, el sucesor del general Figueiredo será elegido por un colegio electoral creado por las leyes del régimen. Dos gobernadores de oposición -Franco Montoro, de Sao Paulo, y el socialista Leonel Brizola, de Río de Janeiro- dijeron que a partir de esta concentración nadie podrá parar la campaña a favor de la elección directa.

En abril termina el plazo para que la oposición intente reunir los votos de las dos terceras partes del Congreso nacional para modificar la Constitución creada por los militares en 1967 y devolver a los brasileños el derecho de elegir a su presidente. El Gobierno, por su parte, se niega a reimplantar el voto, ya que la elección indirecta se da en un colegio electoral donde los riesgos de derrota son menores. En las urnas, la derrota sería inevitable.

A las 21.30 horas del miércoles, mientras Sao Paulo todavía se hacía eco del deseo del 90% de la población de Brasil, según las en cuestas, el Gobierno hacía un inesperado anuncio: la gasolina pasaba a costar 564 cruzeiros (medio dólar, 80 pesetas) el fitro. Un aumento del 26,7%.

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