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Una manifestación proabortista precedió al inicio del debate en el Parlamento de Portugal

El Parlamento portugués inició ayer el debate de los proyectos de la ley comunista y socialista sobre interrupción voluntaria del embarazo, en medio de una violenta campaña desencadenada por la Iglesia católica y la derecha política.

El martes, una manifestación organizada por el movimiento Pro-Vita y encabezada por el obispo auxiliar de Lisboa se dirigió al Parlamento para pedir a los diputados que voten contra una ley que "viola la conciencia de la inmensa mayoría del pueblo católico portugués". La manifestación no tuvo el carácter multitudinario que esperaban sus organizadores, lo cual parece confirmar los datos suministrados por recientes sondeos de opinión. Apenas el 5% de los interrogados defiende, como los adversarios de los proyectos de ley en discusión, que el aborto debe seguir siendo considerado como un crimen en todas las circunstancias. El 17% piensa que la interrupción voluntaria del embarazo debe ser considerada como un derecho individual, y el 71 % admite la despenalización del aborto "en ciertas circunstancias". El colegio de médicos, -al mismo tiempo que se pronunciaba contra los proyectos, equiparando aborto con eutanasia, recordaba la prohibición deontológica de practicar actos que atenten directa o indirectamente contra el derecho a la vida.En sentido contrario se pronunció el sindicato de los magistrados, considerado próximo a los comunistas, que juzga la propuesta socialista "excesivamente restrictiva para constituir una verdadera solución a los problemas planteados por el aborto clandestino".

El proyecto comunista, bastante parecido a la legislación introducida en Francia por iniciativa de la ex ministra Simone Veil, prevé consideraciones sociales, económicas y psicológicas entre los motivos que justifiquen la interrupción voluntaria del embarazo. Los especialistas coinciden en que este tipo de razones son responsables de la casi totalidad de los abortos que se practican diariamente.

Los socialistas, en su deseo de no enfrentarse con la Iglesia católica, acabaron por elaborar una propuesta de ley idéntica a la legislación en vigor en España, que acaba por dejar a todo el mundo insatisfecho y que invalida el argumento, también invocado por ellos, de luchar contra el aborto clandestino.

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