El Gobierno francés quiere potenciar sensiblemente la exportación de armas
El Gobierno socialista francés ha urgido a sus técnicos, especialistas y comerciantes en armas para que las exportaciones de estas últimas aumenten de manera sensible en los próximos meses.
Parece que el balance de 1983 en este sector no fue satisfactorio y las autoridades francesas estiman que el mantenimiento y evolución técnica de su fuerza de disuasión nuclear exige el crecimiento del comercio armamentista. El desarrollo de las tecnologías de punta, indispensable para la reconversión industrial, también necesita esa expansión.
La industria y el comercio de armas empezaron bien el año en Francia, ya que, hace pocos días, Francia le vendió a Arabia Saudí por valor de 35.000 millones de francos (cerca de 700.000 millones de pesetas). Pero las autoridades socialistas de París se fijan, sobre todo, en las cuentas del año 1983, aún no realizadas con precisión, pero que globalizarían alrededor de 32.000 millones de francos de ventas (unos 600.000 millones de pesetas), contra más de 40.000 millones el año anterior de 1982.
La crisis económica no es ajena a esta baja del negocio que le preocupa al Gobierno francés. Los países del Tercer Mundo son clientes importantes de Francia, y muchos de ellos han agotado todos sus recursos económicos.
Por ello, los responsables socialistas han pedido a sus expertos "resultados sensibles" en los próximos seis meses, según reveló el miércoles un informe confidencial que pudo publicar el diario independiente Le Monde. Desde que accedieron al poder, las autoridades socialistas parecen haber comprobado sobre el terreno que sus ideas en materia de armamentos no eran practicables.
Gesto simbólico
Poco después de su toma de posesión, François Mitterrand suscitó comentarios diversos, en Francia y en el extranjero, al ordenar que fueran barridas todas las armas que equipaban los aviones de guerra que se exhibían en el Salón Aeronáutico, que se celebró en el aeropuerto de Le Bourget el día 5 de junio de 1981. Con este gesto, el presidente francés quería explicitar simbólicamente su política.Sólo tres días después, el primer ministro, Pierre Mauroy, especificó esta política al reiterar "la voluntad de Francia de restringir las ventas de armas".
Los partidos socialista y comunista, ambos integrantes de la coalición gubernamental desde que llegaron al poder, se sometieron también a la nueva filosofia oficial.
El proyecto socialista que les sirvió de base para la campaña presidencial de 1981 no decía ni media palabra de la venta de armas. Y cuando hace dos años los comunistas celebraron su 24º congreso, también silenciaron su pensamiento sobre el particular, contrariando todos ellos lo que fue su ideología antiarmamentista defendida desde la oposición.
La Iglesia católica de Francia ha variado radicalmente también su opinión en este terreno. Hace pocas semanas, el episcopado, en un documento que causó sensación, se alineó con las tesis antipacifistas que consideran que la disuasión atómica es justificable.
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