Un 'comte Arnau' vampiro y sadomasoquista
Refiriéndose a su obra Arnau, Sirera afirmaba anteayer en este periódico: "La escribí hace ya bastante tiempo, en 1978, por encargo de Núria Espert. ( ... ) Yo me inspiré en el poema El comte Arnau, de Josep Maria de Sagarra, para construir a partir de él una obra de teatro. Sin embargo, Nuria no lo pudo montar, porque a los pocos meses fue nombrada directora del Centro Dramático Nacional".Pues bien, la cosa no fue exactamente como la cuenta Sirera. Núria puso en conocimiento de la viuda y heredera universal de Sagarra su deseo de montar una adaptación teatral del poema El comte Arnau. Le dijo también que pensaba encargar la adaptación a Rodolf Sirera. Llegó la adaptación -que resultó no ser una adaptación propiamente dicha- a la viuda del poeta y no le convenció, a Núria tampoco, y no se volvió a hablar más del tema. Ignoro lo que Núria le debió contar a Sirera, pero lo cierto es que a la viuda de Sagarra le habló de una adaptación del poema, de un encargo que debía realizar Sirera, y que éste no agradó ni a la viuda ni a la intérprete. Yo he leído el texto de Sirera, Arnau, que ganó el Premi Ignasi Iglesias, en la convocatoria del año 1978, siendo yo jurado de aquel premio. El texto de Sirera, a pesar de que no me gustó y por tanto no lo voté, me parece con todo algo mucho más sólido y ambicioso que ese Arnau que se ha presentado en el Regina. Entendámonos: Arnau, el comte Arnau, no es un cualquiera. Es uno de los personajes con mayor peso específico de la literatura catalana, tema casi obligado para nuestros grandes tenores y, tenorinos: Verdaguer, Maragall, Carrier, Sagarra... y muchos otros. Y no me extrañaría que mañana la señora Capmany encargase a La Trinca que le fabricase una zarzuela-rock, o simplemente roc, sin k, sobre el famoso conde. Arnau es un conde con gancho y en gran medida sigue por descubrir, como tantas otras cosas.
Arnau
De Rodolf Sirera. Intérpretes: María Eugenia Morant, Joan Pascual, Juli Cantó y Marta Grau. Dramaturgia: Antoni Tordera. Dirección: Esteve Graset. Teatre Regina (Cick Teatre Obert). 17 de enero de 1984.
No hace mucho leía un trabajo de Palaui Fabre sobre El comte Arnau y en el Palau dice que el poema le hace pensar, involuntariamente, en imágenes y escenas de algunos filmes de Ingmar Bergman. El Arnau del Regina, que, repito, no es el Arnau de Sirera que ganó el premio, me hace pensar, por el contrario, en Ken Rusell, un Ken Rusell de chiste. En el espectáculo del Regina, la figura y la leyenda del conde parece reducirse a sus amores con la priora. Son los suyos unos amores de cuadro sadomasoquista, con fusta y cruz incluidas, y su pizca de vampirismo: el conde: Arnau del Regina tiene algo de Nosferatu, un Nosferatu que salta por el escenario como una langosta.
A mí, cuando no me hace bostezar, me da risa, ese conde-langosta. Además, como Graset es un matón de la voz, uno de esos especialistas; en el adiestramiento vocal de los actores, me hace hablar a los intérpretes con un hablar jeringado, pasando del grito al susurro y del grave al agudo, lo cual, la verdad, es una lata. Si Arnau se vendiese como un ejercicio de actores, pues bueno, apechugaríamos con él, que tampoco es tan largo -el espectáculo dura una hora escasa-, pero lo malo es que el tal ejercicio, que es lo que en realidad es, te lo venden con la etiqueta Arnau, y del terrible conde de la leyenda, de la Renaixenea, del modernisme y el noucentisme, incluso del conde de Sirera, no queda ni la raspa. Se lo ha comido prácticamente enterito el furor didáctico de Esteve Graset. Buen provecho.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.