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Libertad de elegir y enseñanza en libertad

Existen dos concepciones de la enseñanza, que son la dogmática y la crítica, señala el autor de este trabajo al observar la polémica sobre la LODE. No sólo los padres tienen derecho a elegir el tipo de enseñanza para sus hijos, sino también los propios hijos, los educadores, la sociedad y el Estado, dice. Y, en su opinión, es siempre preferible una enseñanza crítica y en libertad que una enseñanza tradicional, dogmática y rígida, que reproduce como simple fotocopia la herencia del pasado.

No es mi propósito referirme al articulado concreto de la llamada ley orgánica del Derecho a la Educación (LODE), sino aludir, por el contrario, a dos concepciones distintas de qué es educar, las cuales son en sí mismas muy claras y, además, inspiran -creo- los debates públicos que se vienen desarollando, aunque el modo de inspirarlos es más o menos confuso.Quienes se oponen a la LODE y claman por la libertad de enseñanza parece, en efecto, que atribuyen ésta a los padres y la hacen consistir en el derecho de los mismos a elegir el sistema de dogmas -éstos o los otros (aunque más éstos que los otros)- que se van a imbuir a sus hijos.

La otra concepción que decía, y que no sé hasta qué punto se encuentra al trasfondo de los artículos del proyecto de ley, ahora en el Senado, se centra antes bien en el derecho de los hijos a que se les permita y se les anime a ir definiendo poco a poco sus propias convicciones en un marco didáctico de carácter crítico, incitándoles desde el principio a formar en cada cuestión su propio juicio, a la vista (adaptada a la edad, por supuesto) de las diversas líneas de pensamiento vigentes en el mundo del que forman parte. Todas las cuales les son exhibidas y explicadas, nunca impuestas. Y les son exhibidas y explicadas precisamente como contradictorias entre sí.

Estoy en todo con la segunda vía. Sinceramente estimo que todo educando tiene derecho a sus propias ideas, a sus propios afectos, a su propia vida -a ser él mismo- no el duplicado o reimpresión de sus padres.

Educación dogmática

Poco se ha reflexionado en España sobre lo que es una educación dogmática -me da igual que se trate del dogma católico o del marxista o de cualquier otro, siempre encorseta la personalidad de los alumnos antes de que ésta madure, siempre la desorienta, inculcándoles las respuestas antes de que se hayan planteado por sí mismos las preguntas, deshabitúa al estudiante a asumir criterios decididos por él mismo, le aleja, en suma, de su autenticidad-. Repito que no importa de qué dogma se trate: educar de manera dogmática es deseducar. Es enjaular la mente y falsear la sensibilidad.

Es obvio que, dada la condición humana, una enseñanza total y absolutamente no dogmática es imposible, ilusoria, utópica. La más liberal y crítica de las educaciones imaginables dependerá siempre de un mínimo de supuestos, unos u otros, pero siempre actuando -sobre todo de manera inconsciente- Por tanto, me refiero a una diferencia de grado: la edúcación crítica se apoya en muchísimos menos supuestos que la impartida desde un dogma. Y, sobre todo, se ejercita en un ambiente radicalmente opuesto: el que va del tradicional .esto has de creer" al más del siglo XX del "¿qué te parece esto, o esto, o esto otro"?

Bertrand Ruseell nos dejó escrito que él "quería un mundo en que la educación se encamine a propiciar la libertad de pensamiento y no a aprisionar las mentes jóvenes en una rígida armadura de dogmas, calculada para protegerles a lo largo de la vida contra los dardos de lo que es evidente por sí mismo". Y añadía estas palabras de intranquila esperanza: "El mundo precisa de mentes abiertas y corazones abiertos, y no es a través de férreos sistemas, antiguos o de ahora, como podrán suscitarse".

Me he preguntado a menudo por qué tantos padres quieren hacer de sus hijos autómatas. Más allá de la LODE, me interrogo si no será que necesitan compensar lo vacilante de las propias convicciones cerciorándose de que sus herederos van a fotocopiarlas. ¿O acaso son fanáticos y niegan la menor oportunidad a cualquier alternativa? ¿O se limitan a hacer lo que siempre se ha hecho, lo que se hace, lo que hacen los otros? ¿O están dominados como por un instinto de propiedad, de dominio sobre los propios hijos? ¿O será el miedo a lo desconocido? El miedo, tan mal consejero...

En todo caso, pueden estar orgullosos de su obra: aquellos hijos suyos que hayan tenido personalidad bastante para sobreponerse a lo inculcado guardarán para siempre la cicatriz dolorosa de su lucha por desembarazarse de ello. Los que no la tuvieren, vivirán sonámbulos en las ideas que otros pensaron por ellos, ineptos ante toda exigencia de encarar lo real sin la falsilla del prejuicio.

Pues bien, nadie niega el derecho del Estado a supervisar la educación que se imparte en el ámbito de su soberanía. La educación es un derecho de los padres, es un derecho de los hijos, es un derecho de los educadores, de la sociedad y del Estado. Éste puede y debe asegurarse de que la matemática se explica bien. También puede y debe verificar que es bueno el método básico o general que se practica. Yo creo que es un sagrado bien público el de que en todas las escuelas o colegios, estén o no estén subvencionados, se ejerza una enseñanza crítica en vez de otra dogmática.

es abogado.

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