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El hombre más rico de Yugoslavia expone una de las colecciones privadas de arte más importantes del mundo

Ante Topich-Mimara, de 86 años de edad, es el hombre más rico de los habidos en los 75 años de existencia del Estado yugoslavo y su colección privada de arte podría ser la más importante del mundo. Su patrimonio artístico ronda, se dice, los 6.000 millones de dólares (960.000 millones de pesetas). "Puedo sacar en cualquier momento 10 o 15 millones de dólares (1.600 millones o 2.400 millones de pesetas) con uno de mis Rafael o mis Leonardo", comentaba antes de decidirse a donar su museo-colección a la República yugoslava de Croacia, donde nació en el seno de una familia campesina.

El pragmático lector yugoslavo que no tiene suficiente calefacción ni dinero en medio de un país nevado que atraviesa por la mayor crisis económica de su historia, lee con asombro que colgados de las paredes de la Villa Zagria, en Zagreb (antigua residencia del presidente Tito), hay muchos millones de dólares en obras expuestas al público. Su donación es la colección privada más importante del mundo, asegura la mayoría de los críticos, sin faltar quienes dudan seriamente del valor de la exposición.Topich-Mimara tiene algo de Odiseo y algo de Onassis, detrás de esa perilla encanecida y esos ojos brillantes que van tan bien con su bastón de pomo precioso. El año 1920 llegaba a Alemania como miembro del partido comunista, bien mordido por la pólvora de la primera guerra mundial y sin un marco en el bolsillo. Adquiriría bien pronto un cáliz romano en cristal, con el fondo de oro y el motivo del Buen Pastor. En su ejercicio de la fábula de la lechera tuvo que vender a menudo cosas buenas para comprar otras excelentes. En el año 1963 le cedió al Metropolitan Museum de Nueva York la cruz de marfil de San Edmundo por 600.000 dólares de entonces. Pero nunca se desprendería de su talismán del Buen Pastor. En Villa Zagria, tan bien guardada hoy como en vida de Tito, con portones de acero y policías yugoslavos que llevan sus revólveres a la neoyorquina, sin funda, el Buen Pastor ocupa un puesto de primera.

En los años treinta, la condesa rusa Dimidov le vendió la tabla Nuestra Señora de la Buena Guía, pintada, según la tradición, por san Lucas y anterior, en cualquier caso, al concilio de Éfeso. Lo expuesto ahora en Zagreb no es más que: la doceava parte de la donación, encontrándose otra parte en el castillo que tiene en Salzburgo este anciano moderadísimo en el beber, que en 1928 se topó con Hitler en una cervecería de Munich muy frecuentada por círculos bohemios. Cuando, con la espuma de una buena jarra en la boca, el entonces aprendiz de dictador le dijo que se había decidido a conquistar el mundo, Mimara le respondió:

"¿Pero tío, con esa pinta ...? ¿Te has mirado en el espejo en tu vida?". Buena parte de la segun da guerra la pasó Mimara en un campo de concentración del que lo sacaron los rusos al final de la contienda. Pero no daría a lo nazis el paradero de su exposición, escondida en la frontera germano-suiza y en Praga. Mien tras que sobre Alemania llovía fuego y hierro, Mimara roía en prisión malos ranchos. Tras ponerse al servicio de las autoridades yugoslavas para recuperar para su país de origen el patrimonio artístico pillado por los nazis es denunciado y privado de pasaporte.

"Aunque habría querido, no pude llevarme nada, la policía se guía paso a paso nuestras actividades de asesoría", asegura Mi mara.

3.500 obras

Las 3.500 obras que lega a Zagreb y a Croacia siguen envueltas en el velo del misterio. Pero, a juzgar por lo expuesto en la antigua villa de Tito, tienen que ser maravillosas. Un retrato desconocido hasta la fecha del duque de WeIlington, de Goya, un autorretrato de El Grego, una Anunciación catalana del siglo XV pintada en madera, lámparas de mezquitas granadinas del siglo XV en cristal y con inscripciones árabes, Velázquez, Zurbarán Murillo, un retrato de Isabel la Católica, de Juan de Flandes, sólo son parte del tesoro expuesto. Siguen los grandes maestros de la pintura universal. Casi todos. Respecto a frecuentes dudas sobre la autenticidad, los crítícos creen que algún cuadro habrá sido erróneamente atribuido a determinado gran maestro "pero eso también le pasa al Louvre" acota Mimara, que asegura que "falsos no hay". Sea como fuere, dos docenas de los mejores coleccionistas estadounidenses y el director adjunto del Metropolitan Museum de Nueva York estaban el día de la inauguración de la muestra con la nariz pegada a la verja de Villa Zagria, según medios artísticos de Zagreb.A principios de los años cincuenta, Mimara se refugió con parte de su exposición en la permisiva Tánger, huyendo de algo que no concreta. "Hay cosas de las que quiero hablar y otras de las que no quiero hablar", les suele decir a los periodistas, mientras les sirve el café con pulso firme. En Brasil, un senador intentó liquidarlo, pero un cardenal le salvó la vida hace casi 30 años. "He logrado salvar mi colección de predadores nazis, estadounidenses, rusos, argentinos, dioses y diablos de toda catadura, pero no sé si voy a poder salvarla de los yugoslavos", dice refiriéndose a las dudas sobre la autenticidad de las obras que han vertido algunos críticos locales. Se confiesa muy respetuoso con las leyes del patrimonio artístico existentes en España, muy exigentes en opinión de Mimara.

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