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Crítica:CINE /
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Terrible, terrible

Ha inventado el productor José Frade una fórmula de comedia sin duda rentable, pero muy alejada de otra tendencia de su filmografía, más plausible, que parece ya marginada de sus proyectos: aquella que permitió a Pedro Olea, Jaime Camino, Antonio Mercero, Miguel Picazo o Francisco Regueiro realizar algunas de sus mejores películas. Esta nueva fórmula, bajo la que habitualmente aparece el guionista Juan José Alonso Millán, es la de la patochada histórica, la de pretender hacer reír con anacronismos repetitivos o con alusiones a la actualidad política española, sin abandonar los chistes gruesos, viejos y sosos sobre el sexo, que a algunos todavía hacen reír.El caso de El Cid cabreador no es básicamente distinto al de Cristóbal Colón, de oficio descubridor o de Juana la Loca... de vez en cuando, pero ofrece la triste circunstancia de contar en su reparto y en la dirección con figuras otrora estéticamente ambiciosas y respetables: Carmen Maura, Luis Escobar, José Luis López Vázquez, entre los actores, y Angelino Fons como director. El prolongado e injusto paro sufrido por Fons (autor de aquellas excelentes La busca o Emilia, parada y fonda, entre otras) justifica su vinculación con este proyecto; en el resto de los casos es probable que coincidan circunstancias similares, pero el conjunto deprime tanto como asusta. ¿No hay otra posibilidad en nuestro país para cineastas de talento o es -que sus ambiciones no son tan apasionadas como imaginábamos?

El Cid cabreador

Director. Angelino Fons. Guión: Juan José Alonso Millán. Intérpretes. Ángel Cristo, Carmen Maura, José Luis López Vázquez, Manuel Gómez Bur, Paquita Rico, Pepe da Rosa, Luis Escobar, Rafaela Aparicio, Luis Varela, Ángel de Andrés, Adriana Vega, Alfredo Mayo. Comedia. Española 1983.Locales de estreno: Bilbao , Madrid 1, Benlliure.

En El Cid cabreador intervienen además Ángel Cristo, actor sin atractivo ni condiciones que justifiquen su protagonismo, aunque difícil es juzgar sus posibilidades vestido de Superman y bailando canciones bobas; Paquita Rico, caricatura de su antiguo esplendor; Rafaela Aparicio; Alfredo Mayo... Por vez primera me fue imposible soportar la totalidad de un filme, que tampoco había atraído a demasiados espectadores. El camino de regreso a casa fue penoso. ¿Merece realmente la pena decir que este filme es malo? Quizá no, puesto que nadie, salvo los infelices críticos, está obligado a verlo. Y los que consigan divertirse con él tienen perfecto derecho a hacer lo que quieran. Allá ellos.

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