El bombardeo de ayer inicia una estrategia mas agresiva de Washington en Oriente Próximo
Presentado por el Pentágono como una acción de represalia por el lanzamiento de misiles tierra-aire contra aviones cazabombarderos F-14 que efectuaban el sábado una misión de reconocimiento sobre posiciones militares sirias, el primer enfrentamiento directo entre Estados Unidos y Siria marca, más bien, el inicio de una estrategia de mayor agresividad de Washington en Oriente Próximo.
.Desde el 10 de noviembre, la artillería antiaérea siria en Líbano ha disparado en varias ocasiones contra aparatos procedentes de los tres portaviones de la VI Flota que navegan por aguas territoriales libanesas, pero hasta ayer la fuerza aeronaval norteamericana no había respondido a estos ataques, que no dañaron a ningún cazabombardero.El bombardeo ayer de las baterías antiaéreas del Ejército sirio que con 50.000 soldados controla un tercio del territorio libanés, coincide prácticamente con el final del viaje a Washington del presidente de Líbano, Amin Gemayel, y se produce 72 horas después de que el primer ministro israelí, Isaac Shamir, diese por terminada su fructífera visita a la capital norteamericana.
De regreso a Israel, Shamir se felicitó del éxito de su viaje, que para la Prensa de su país marca el inicio de una nueva era de estrecha colaboración norteamericano-israelí para controlar la influencia en Oriente Próximo de Siria, país que en octubre de 1980 firmó un tratado de amistad y cooperación con la Unión Soviética que ha hecho que desde esa fecha Moscú mantenga en territorio sirio a unos 7.000 consejeros militares.
La fuerza aérea israelí llevó a cabo el sábado un ataque contra "bases terroristas" situadas en la misma región que fue ayer blanco de la aviación norteamericana, y por primera vez unas instalaciones de rádar del Ejército sirio fueron bombardeadas, según La Voz de Líbano, emisora de radio de la falange cristiana. Esta incursión israelí fue interpretada como la confirmación de la luz verde dada por Washington a las iniciativas de Israel en Líbano.
Los responsables de la Administración norteamericana han denunciado este otoño el creciente apoyo soviético a Siria, y durante la estancia de Gemayel en EE UU, el presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado, Charles Percy, reveló que "500 expertos soviéticos se encontraban actualmente en Líbano". "Es necesario" añadió, "solucionar urgentemente este problema".
El doble bombardeo norteamericano-israelí de estas últimas 48 horas no es tanto un intento de acabar rápidamente con la hipotética presencia soviética en Líbano para manipular los misiles antiaéreos, como una advertencia al régimen de Damasco para que flexibilice su postura y acepte retirar a sus tropas de Líbano.
A pesar de que el secretario de Defensa, Caspar Wemberger, acusó explícitamente la semana pasada al Gobierno sirio de "haber sido informado y haber dado la autorización" para perpetrar, el 23 de octubre, el doble atentado que destruyó dos acuartelamientos militares (estadounidense y francés) en Beirut, causando la muerte de 297 soldados, la incursión aérea de ayer no parece una mera venganza, como la que llevó a cabo la fuerza aeronaval francesa el 17 de noviembre contra un campo de entrenamiento de la milicia libanesa pro iraní situado en el este de Líbano.
Las decisiones sirias
Al haber optado por golpear al Ejército de un país aliado privilegiado de la URSS en Oriente Próximo existe el riesgo evidente de desencadenar un conflicto de mayores proporciones, aunque, según algunas fuentes diplomáticas europeas, "los sirios no tienen respuestas adecuadas para lo que está ocurriendo". "En Damasco", añadieron las mencionadas fuentes, "los dirigentes dudan porque el presidente Hafez el Asad no toma decisiones por encontrarse enfermo".En un intento de demostrar el grado de apoyo soviético a Siria, el Pentágono filtró hace un mes a la Prensa norteamericana informaciones sobre la instalación en la montaña libanesa de Sanin, a 30 kilómetros al noreste de Beirut, de cohetes tierra-tierra soviéticos SS- 21, de 120 kilómetros de alcance y capaces, por tanto, de alcanzar a la treintena de buques de la Marina de guerra norteamericana que navegan permanentemente a lo largo de la costa libanesa.
Pero varios expertos occidentales aseguran que, por ahora, ni un solo misil de estas características, que pueden ser equipados con cabezas nucleares, ha sido exportado fuera del Pacto de Varsovia y sólo sus rampas de lanzamiento han sido instaladas en Siria.
El ministro de Defensa sirio, general Mustafa Tlass, reconoció implícitamente en una entrevista publicada el 19 de noviembre por el semanario libanés Al Kifah al Arabi que sus fuerzas armadas no poseían cohetes SS-21, sino un misil de mayor alcance (300 kilómetros) que los especialistas han identificado como una versión perfeccionada del SCUD, cuya carga explosiva y precisión dejan mucho que desear.
"Cuando los norteamericanos nos ataquen", dijo Tlass, "responderemos con todos los medios apropiados y contamos con pilotos dispuestos a efectuar misiones suicidas contra los barcos norteamericanos".
Poco después, el diario gubernamental de Damasco Techrin recordaba que, en caso de sufrir una agresión, Siria no estaba sola y podía contar con el apoyo soviético. En su edición de ayer, impresa antes del ataque, el diario del partido en el poder en Damasco, Al Baas, titulaba en primera página: "Estados Unidos ha declarado la guerra a Siria".
Con un primer ataque aéreo limitado, Washington no ha abierto, desde luego, una guerra generalizada contra el régimen baasista de Damasco, pero la probable multiplicación en los próximos días de los vuelos de reconocimiento norteamericanos y la consiguiente reacción siria pueden degenerar en un conflicto de mayores proporciones.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.