Bellas y frías estampas
Se proyectó esta película en el último festival de Cine Imaginario y de Ciencia-Ficción, de Madrid, y ya entonces se entendió que había caído en la trampa de su propia ambición estética. Supeditada a la belleza del encuadre, de la hora solar, de la localización exterior o de los simples trajes, Fuego y espada resultaba un producto frío, ajeno, al que difícilmente otorgaba interés su protagonista aspecto formal.Trata, de nuevo, la leyenda de Tristán e Isolda, a la que se ha querido aplicar también una teoría de la última descomposición del feudalismo, en base a una ambientación histórica de segundo plano. Aunque probablemente ciertos, sus datos, sin embargo, no son trascendentes. La anécdota amorosa es seguida con atención preferente y en su pretendida belleza se pierden los resultados del filme. Es tanta la concentración del director en este objetivo central, que hasta los datos históricos que rodean la historia quedan inconexos.
Fuego y espada (Tristán e Isolda)
Director: Veith von Furstenberg. Guión: Max Zilhmann. Fotografia: Jacques Steyn. Música: Robert Louas. Intérpretes: Christoph Waltz, Antonia Presser, Leigh Lawson, Peter Firth, James Skilwood. Drama. Alemania Federal, 1981. Local de estreno: Fuencarral.
Veith von Furstenberg dirige aquí su primera película. Hasta entonces había sido uno de los gestores, de la Filmverlag der Autoren, que tantas de sus producciones ha logrado distribuir en el mundo, y, posteriormente, productor en solitario. Tiene un claro interés por la obra bien acabada, por la perfección de su oferta, por la calidad de la imagen, pero no ha encontrado aún su nervio narrativo o, quizá, el destino de su trabajo. Correcta, helada, bella e indiferente, Fuego y espada sólo abre su propio camino.
Babelia
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