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El beneficio ilegal por desviación de alcohol desnaturalizado industrial hacia licores es de unas 400 pesetas, por litro

La enorme diferencia entre el precio de garantía que paga el Gobierno por el alcohol procedente del vino (144 pesetas/litro, para proteger a los viticultores), el alcohol no vínico para uso industrial (unas 90 pesetas/litro, de melazas de remolacha, cereales, caña de azúcar, etcétera) y el del mercado internacional (de 23 a 50 pesetas/litro) ha provocado, en los últimos tres años, un crecimiento alarmante del tráfico clandestino interior y del contrabando. El beneficio espurio por desviación de alcohol desnaturalizado para uso industrial hacia usos, de boca (licores, coñás, ginebras, güisquis, etcétera) supera las 400 pesetas/litro. La policía descubrió y aún está retirando del mercado, en estos momentos, grandes cantidades de botellas de coñá, ginebra y otros licores que han sido distribuidas con precinto y marca falsificadas, sin control sanitario ni fiscal.

Los inspectores de Impuestos Especiales de Hacienda y la policía han descubierto recientemente una invasión en el mercado alcohólico de botellas de coñá, ginebra, güisqui, vodka y otros licores con precintos y marcas falsificadas. Las investigaciones dieron con el falsificador, que fue detenido, pero la retirada de botellas falsas de los almacenes, comercios y bares aún no ha terminado. Los inspectores de Aduanas y, la policía han reforzado la vigilancia para descubrir la red clandestina de desviación de alcohol industrial desnaturalizado hacia usos de boca, especialmente tras el fracaso de la "operación antialcohol" (EL PAÍS, 14 de noviembre de 1983) que acabó con la detención del inspector Juan José Medina y sus presuntos cómplices acusados de estafa, hurto y malversación de caudales públicos, relacionados accidentalmente con Rumasa.El ministro de Economía y Hacienda, Miguel Boyer, confirmó ayer que tenía conocimiento del papel jugado por la nueva administracción de Rumasa en las investigaciones policiales dirigidas a descubrir un supuesto mercado clandestine, de aceite y alcohol en España. "Se trata de un asunto sobre todo policiaco", manifestó ayer Niliguel Boyer, según Europa Press. "Tenía conocimiento de la cuestión, pero el meollo es un fraude que se viene arrastrando desde hace tiempo y que seguía muy de cerca la D¡rección Generalde Aduanas. Se trataba de levantar un fraude sistemático que existía y, desde esa perspectiva, yo sabía del asunto".

Los fabricantes de bebidas clandestinas han incrementado su negocio ante la creciente producción de alcohol de los últimos años, provocada por un aumento desorbitado del 80% en el precio de garantía del vino en 1978 y 1979. El alcohol para bebidas está sometido a una fuerte carga fiscal mientras que el destinado a usos industriales (pinturas, barnices, farmacia, perfumería, etcétera) está bastante libre de cargas impositivas.

Como el alcohol etílico es la misma sustancia química, proceda del vino o de la remolacha o de la caña de azúcar -sólo se distingue por las impurezas que contiene-, la administracción fiscal impone un sistema de "marcadores" o desnaturalizantes para evitar que el no vínico, más barato de producir, compita con el de origen vínico que el. Gobierno trata de proteger por antiguas razones sociales. Para ello, en las alcoholeras existen unos controles para asegurar que el alcohol destinado a uso industrial lleva una mezcla de marcadores (metílico de madera, tolueno, vitex, etcétera) que alteran el olor, el color o el sabor y lo inutilizan para bebidas alcohólicas.

Fuertes impuestos

Por el mero hecho de llevar esa sustancia desnaturalizante, generalmente no tóxica, ese alcohol no tiene que pagar los fuertes impuestos de bebidas alcohólicas. Pero si sale de la alcoholera clandestinamente, sin marcar, evade los impuestos y los controles sanitarios. A veces sale desnaturalizado pero se renaturaliza mediántes técnicas químicas menos costosas que el impuesto. Otra fórmula es la fabricación clandestina en alcoholeras piratas a partir de melazas de remolacha que en lugar de destinarse a piensos acaban embotelladas en los bares.El viejo sistema de vaciar los depósitos privados alquilados al Seripa (Servicio Nacional de Productos Agrarios) y declarar a continuación que se han roto accidentalmente o que se "ha evaporado el alcohol" tampoco ha caído en desuso. Y el más rentable, aunque arriesgado, consiste en importar por barco o camión cisterna el alcohol del mercado internacional a bajísimo precio, declarándolo falsamente como desnaturalizado para uso industrial o renaturalizándolo tras pasar el control aduanero, lo que recuerda terriblemente el tráfico ilegal de aceite de colza desnaturalizado que produjo el síndrome tóxico en 1980.

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