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La última novela de Miquel Ángel Riera es densa y sin diálogo "para que siga vigente en 100 años"

Miquel Ángel Riera escribe novelas densas, "para que se sostengan dentro de 100 años". Apenas utiliza el diálogo, "porque se trata de no engañar al lector que me dedica su tiempo con una falsa naturalidad, y porque no estoy dispuesto a usar un lenguaje pobre, coloquial". La última, Panorama amb dona, narra la vida de una campesina mallorquina enfrentada al mundo urbano, tras el fusilamiento del marido.

La lucha de la protagonista es absurda e inútil. La violencia soterrada que aflora, la soledad explícita de la mujer, la fragilidad de la relaciones humanas, son los temas que componen el mosaico.Miquel Ángel Riera ganó el Premio Sant Jordi de 1973 con Morir quan cal, que dos años más tarde conseguiría también el Premio de la Crítica Serra d'Or. En 1979, otra novela suya, L'endemà de mai, obtuvo el Premio Nacional de la Crítica de Narrativa Catalana. Ambas novelas tenían en común, con Andreu Milà, su primera obra narrativa, y con Panorama amb dona, la recreación del ambiente mallorquín durante la guerra civil, con idénticos personajes, que reflejan la tensión entre el mundo rural y el urbano. También tenían en común una escritura meticulosa, recia, sin concesiones al lector esporádico.

"Creo", afirma Riera, "que como autor tengo algunas deudas con el lector que decide leer una obra mía. No puedo ir más allá del fingimiento autorizado. Por eso en mis novelas no hay diálogo. El diálogo sólo se justifica cuando en sí mismo es una pieza literaria, como en Proust, pero no me parece que yo pueda engañar al lector hasta el punto de pretender hacerle creer que conozco palabra por palabra todos los puntos de una conversación en la que yo, obviamente, no he estado. Cualquier persona, cuando explica una conversación, utiliza el estilo indirecto. Yo también. Está además la cuestión del lenguaje. En el habla diaria se utilizan muchos sinónimos, expresiones comodín que sirven para todo, en definitiva, se trata de un lenguaje pobre. No estoy dispuesto a rebajar el techo literario de mis obras para conseguir unos cuantos lectores más. Yo no escribo best sellers".

El contexto social e histórico de la obra es Mallorca durante la guerra civil. "Y especialmente", matiza, "la relación entre el mundo rural y el mundo urbano. El campesino se muestra sumiso en la ciudad, pero no permite que se intente arrebatarle su espacio: el campo. Es lo que narra la obra: un campesino es fusilado y su mujer lo percibe como una intromisión en su espacio. No es que quiera demasiado a su marido, que no está a su altura, es un buen hombre, un poco calzonazos, sino que le han quitado algo suyo y eso no lo puede consentir".

Ella decide vengar la afrenta desde su fragilidad de campesina y mujer. "Gabriela, la protagonista, utiliza su ingenio, el ingenio de los campesinos mallorquines y, posiblemente de tantos otros campesinos, hasta extraer capacidades de lucha superiores a sus fuerzas".

Gabriela supera su soledad en la lucha y, a la vez, percibe la fragilidad de las relaciones humanas, tan fácilmente truncables.

Y, por encima o por debajo, según se mire, de la acción, la violencia soterrada. "Yo creo que el hombre es un ser violento por naturaleza. Hay toda una trayectoria histórica que lo hace así. Posiblemente nuestros antepasados tenían que pelearse por un trozo de carne o una hierba. Y la violencia era el instrumento para vencer la necesidad, el hambre. Luego hemos ido civilizándonos, incorporando el diálogo en nuestras relaciones. Cuando la normalidad desaparece y se produce una situación como la guerra civil, estas violencias, soportables hasta ese momento, se disparan. Y se producen fusilamientos y barbaridades. Creo que eso fue lo que pasó, tal cual yo lo recuerdo, en Manacor. La gente se mataba más por cuestiones personales que ideológicas".

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