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La guerra de la desinformación llega a su fin en Granada

Andrés Ortega

Ahora resulta que Estados Unidos invadió Granada en defensa propia. Pero la guerra de la desinforinación -de la mentira- parece haber llegado a su fin en esta pequeña isla del Caribe. La más alta fuente militar norteamericana en Granada ha admitido que no había tantos cubanos como se dijo en un principio. Por otra parte, el gobernador general de la isla, sir Paul Scoon, ha señalado que quizás haga falta bastante más de seis meses para organizar unas elecciones generales libres.

ENVIADO ESPECIAL Al despedirse el jueves de la isla contra la cual dirigió la invasión, el vicealmirante Joseph Metcalf III admitió que el número de cubanos en Granada está "próximo a lo que Castro dijo", a saber, 784. Fuentes oficiales norteamericanas habían afirmado días antes un número superior al millar.

Según los datos facilitados oficialmente por los norteamericanos, había por parte cubana 36 muertos, 57 heridos y unos 600 prisioneros. Si a ellos se suma el personal de la Embajada cubana, no quedaban, a lo sumo, más que un puñado de cubanos que pudieran, si acaso, seguir resistiendo. Muchos de los prisioneros tenían poca pinta de soldados. Ahora parece que no hay casi guerrilleros, "sino sólo hombres del Ejército Revolucionario Popular (PRA), de la milicia granadina o algún cubano suelto que, temerosos tras la invasión, se refugiaron en sus casas o en casas de amigos y amigas, por miedo a ser abatidos si salían a la calle. Poco a poco se van entregando, a menudo sin resistir y sin armas. Hoy, sábado, expira el plazo que les había dado sir Paul Scoon.

Momentos antes de la invasión, los norteamericanos lanzaron una serie de panfletos sobre la isla. Uno de los modelos iba dirigido en castellano a los ciudadanos cubanos.

El panfleto hablaba de que "Fuerzas de la comunidad del Caribe y unidades estadounidenses -debería haber sido al revés, dada la contribución numérica en tropas- han venido a Grenada para restaurar la democracia y asegurar el salvoconducto de ciudadanos estadounidenses. No se metan en la lucha...".

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Gran batalla esta la que han ganado las fuerzas norteamericanas contra un enemigo que no disponía de fuerzas aéreas ni navales, ni siquiera de una adecuada defensa contra ellas, pues en la isla se han encontrado principalmente armas ligeras. Pero Metcalf calificó la operación de "absolutamente soberbia", asegurando que "la implicación de los cubanos había sido amplia". Metcalf señaló que "no puedo hablar del aspecto político, sino tan sólo del militar. La decisión política de invadir fue del presidente".

"Hemos llegado justo a tiempo y, desde una perspectiva militar, actuamos en defensa propia... Granada es, en un sentido militar, clave para Estados Unidos", sentenció, ni corto ni perezoso, el vicealmirante apuntando de nuevo a la gran cantidad de armas encontradas en la isla.

En presencia de Scoon, Metcalf entregó el mando de las fuerzas norteamericanas que permanecen en la isla al general Edward Trobaugh, el cual, "si no hubiese ocurrido la invasión hubiera, saltado el martes pasado en paracaídas sobre España", en el curso de unas maniobras.

Guerra de liberación

Sir Paul Scoon, representante de la reina Isabel II de Inglaterra, que es la jefa constitucional del Estado de Granada, aseguró ante Metcalf que "mientras la Prensa extranjera habla de invasión militar, el pueblo de Granada me ha pedido que dijera que era una operación de rescate o de liberación".

Scoon anunciará la próxima semana un Gobierno provisional, formado por personalidades locales no directamente políticas, que lleve a unas elecciones generales. Pero es difícil, puntualizó, que éstas se celebren antes de seis meses o un año.

Hasta la invasión no existían relaciones diplomáticas entre Granada y EE UU; según el parecer de algunos granadinos era justamente lo que el ex ministro asesinado Maurice Bishop intentaba establecer.

Charles Gillespie, ahora embajador especial de EE UU en Granada, espera que dentro de seis meses o un año no queden elementos militares norteamericanos en la isla.

Cuando haya sido rehabilitada, la prisión de Saint George, Gillespie entregará a las autoridades granadinas al ex viceprimer ministro Bernard Coard y al general en jefe del PRA, Hudson Austin, supuestamente implicados en el asesinato de Bishop.

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