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Argentina recupera hoy la democracia

Cómo se elige al jefe de Estado

Los ciudadanos argentinos acuden hoy a las urnas en unas elecciones que, además de permitir la elección de sus máximos representantes políticos, supondrán la vuelta a un régimen democrático de libertades, tras una dictadura militar que ha llenado de luto al país y le ha sumido en la ruina económica y social. Los candidatos a la presidencia por el peronismo y el radicalismo cerraron el pasado viernes sus campañas con sendos actos masivos, al final de los cuales, tanto Italo Lúder (en Buenos Aires, ante millón y medio de personas), como Raúl Alfonsín (en Rosario, ante medio millón), prometieron que hoy por la noche podrán hablar como presidentes.

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En Argentina, la elección presidencial es indirecta. En la capital federal y en las 23 provincias, se elige, votando a cada fórmula presidencial (presidente y vicepresidente), electores que habrán de reunirse en cada colegio electoral provincial el 19 de noviembre para elegir, según las instrucciones de sus partidos al nuevo presidente y vicepresidente. Deben votar sin deliberación previa y alcanzar en una sola votación la mayoría absoluta para una de las fórmulas. De no ser así, la elección pasa en segunda instancia a la asamblea legislativa, que ha de resolver. La tradición política argentina establece que siempre se vota, en ausencia de mayoría absoluta, a la primera minoría, aun cuando ésta pueda establecer pactos con otros partidos que finalmente pudieran otorgarle el triunfo.Los peronistas han resaltado durante su campaña esta vieja tradición, en el temor de que esta noche no se produzca un nuevo peronazo y deban contar con la condescendencia de intransigentes, desarrollistas y deferalistas que disputan entre sí los puestos tercero, cuarto y quinto de los comicios. Dado que estos tres partidos aspiran a romper la bipolarización de la política argentina, estimándola como nefasta, pretenden hacer pagar caro su voto electoral en la asamblea legislativa, exigiendo carteras ministeriales en un país que tiene pocas: ocho.

En esta exigencia está la duda de la postura de estos tres segundones. En teoría, los tres deberían apoyar en segunda instancia al radicalismo, del que se siente, por una u otras razones, más próximos en este momento que del justicialismo. Pero las vanidades de los respectivos líderes y su negativa a aceptar que el país o es peronista o es radical, les conducen a exigir antes pactos de gobierno que actos electorales con quien termine accediendo a la Casa Rosada si lo hace con sus pactos.

Toda una teoría de negociaciones entre los partidos provinciales que puedan también influir en la elección harían ésta ininteligible para una lectura europea.

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