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Punto final a los intentos soviéticos de impedir el despliegue

La larga serie de entrevistas celebradas el sábado y el domingo por los ministros de Asuntos Exteriores soviético y alemán occidental, Andrei Gromiko y Hans Dietrich Genscher, respectivamente, agota casi por completo la agenda diplomática de la URSS para 1983 en lo que a contactos con Occidente se refiere.A falta, tan sólo, de sendos encuentros con sus colegas de Bélgica y Dinamarca -de los que sólo muy dificilmente podrían salir novedades-, los diálogos entablados estos días entre los más veteranos jefes diplomáticos de la OTAN y el Pacto de Varsovia ponen el punto final a los intentos soviéticos de impedir la instalación de los euromisiles.

El trágico derribo del avión surcoreano el pasado 31 de agosto abortó un otoño que estaba repleto de prometedores contactos entre el Este y el Oeste. El primero de ellos era el encuentro de Gromiko con su colega estadounidense, George Shultz, en la clausura de la Conferencia de Madrid, que estuvo lleno de tensión y no dio ningún resultado.

Luego, la prohibición de aterrizaje de cualquier avión de Aeroflot en los aeropuertos de Nueva York y Nueva Jersey impidió a Gromiko asistir a la Asamblea General de la ONU, por primera vez en su larga carrera, teniendo que aplazar hasta un mes algunos de los encuentros previstos -como el de Genscher- y suprimiendo definitivamente. otros muchos.

La diplomacia soviética, tan previsora siempre, parece dar como inevitable el inicio de la siembra de los euromisiles, cosa que quizá vio ya muy claramente antes de que el jumbo surcoreano fuera derribado con 269 personas a bordo sobre la isla de Sajalin: las victorias conservadoras en el Reino Unido y Alemania Occidental, a comienzos de este año, habían supuesto, de hecho, la definitiva luz verde a la llamada doble decisión de la OTAN, a menos que la reacción pacifista fuera -como no ha sido- completamente imparable.

Respuesta decidida

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Moscú, a estas alturas, debe haber decidido ya cuál habrá de ser su respuesta a los euromisiles. La retirada de las conversaciones de Ginebra parece muy poco probable, según los observadores occidentales en Moscú, que no creen que el Kremlin se decida a cortar este único punto de comunicación que mantiene con Estados Unidos sobre el desarme en Europa.

El adiós de los soviéticos a Ginebra no sería sólo un gesto mal visto por los pacifistas europeos y por las fuerzas políticas más moderadas del viejo continente, sino que, incluso, levantaría críticas dentro de los propios aliados del Kremlin, que forman dentro del Pacto de Varsovia un bloque mucho menos monolítico de lo que habitualmente se supone.

La moderación del último comunicado emitido por la cumbre semestral ordinaria de los ministros de Asuntos Exteriores del Pacto, celebrada la semana pasada en Sofía, sería un claro indicio de que algunos países del bloque -Rumanía sería uno de ellos- prefieren agotar toda posibilidad de diálogo antes de seguir el ritmo de una carrera armamentista que sólo les traería nuevos gastos. En este sentido, el apoyo de Rumanía a las decisiones del pacto estaría condicionado también a la política que se siga dentro del Consejo de Asistencia Económica Mutua (Comecon), mercado común de los países comunistas, en el que este país se siente relegado y poco protegido. Además de sus propios aliados, el Kremlin debe pulsar sus propias fuerzas internas a la hora de ver cuál será su respuesta a los euromisiles.

Sectores duros del Ejército

La degradación de las relaciones Este-Oeste favorecería -a juicio de algunos observadores occidentales de corte moderado- a los sectores más duros del Ejército de la URSS que -habría quizá que recordarlo- recibió todo tipo de felicitaciones y ninguna crítica interna por el modo drástico con que resolvió el problema planteado por la intrusión delJumbo surcorcano.

Pero, nuevamente, un incremento en los gastos militares -se recuerda en Moscú- puede acabar con los proyectos de saneamiento económico y mejora, de las condiciones de vida de los soviéticos, abortando, posiblemente, buena parte de las reformas previstas por los sectores más innovadores del equipo de Andropov.

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