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La celebración del 12 de octubre

Un mensaje de libertad y unidad

El rey Juan Carlos, en el extenso discurso que pronunció con motivo del Día de la Hispanidad, celebrado ayer en Granada, afirmó que "al Estado corresponde en exclusiva la salvaguardia de la integridad territorial y el empleo de la violencia, en caso necesario, para restaurar el derecho". El Rey precisó a este respecto que "entendían los Reyes Católicos que ello implica, al mismo tiempo, el respeto escrupuloso de las libertades de las minorías", y dijo a continuación que, "cuando el Estado actúa como un Estado de derecho, tiene la obligación de rechazar toda injerencia, toda presión y toda amenaza extrañas; porque ni la soberanía ni la integridad territorial son negociables".Don Juan Carlos comenzó su discurso evocando la figura de los Reyes Católicos, a los que dió el calificativo de "unos grandes estadistas, los más grandes reyes, seguramente, de nuestro pasado", y dijo a continuación que "los Reyes Católicos crearon un Estado moderno, fundamentado en las ideas de unidad y de libertad, es decir, del derecho a la diversidad. Para ello no dudaron en reducir a los que alzaban sobre los intereses nacionales sus egoísmos y sus pequeños intereses de campanario, derribando, cuando fue preciso, sus castillos. Pero hicieron, además, posible el descubrimiento de América, y con él, la creación de un nuevo espacio político, cultural y económico. Los españoles supieron, durante su reinado, dar una articulación universalista a ese espacio".

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Don Juan Carlos calificó el año 1492 como "el más decisivo de nuestra historia", y destacó que en ese año ocurrieron tres hechos que "marcaron indeleblemente nuestro destino: la conquista de Granada, que ponía fin a la Reconquista; la firma de las capituláciones de Santa Fe, que hacía posible el descubrimiento de América, y la edición de la primera gramática de la lengua castellana, que daba pleno sentido a los otros dos".

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Un mensaje de libertad y unidad

Viene de la página 13Don Juan Carlos dijo también en su discurso que "el Estado como organización política no ha sido superado y, bajo ciertas condiciones, supone la única garantía firme de la unidad, de la justicia y de la libertad. Es condición esencial, para que así ocurra, el que el Estado sea democrático. Y es democrático, en la tradición occidental, cuando no es concebido como un valor absoluto, como un fin en sí mismo, sino como un instrumento al servicio del hombre".

Alabó después el Rey la obra de España en el Nuevo Mundo, de la que dijo que "fue fecunda porque fue la conjunción de la acción de la sociedad y del Estado. Esto supo promover las iniciativas de Cristóbal Colón, extender a los nuevos territorios el imperio de la ley y proteger incansable a sus vasallos de desmanes y atropellos".

Recordó a continuación el último viaje que realizó a tierras americanas, con motivo del homenaje a Simón Bolívar, celebrado en Colombia en el segundo centenario del nacimiento del libertad americano, y dijo: "La obra de Simón Bolívar, como la de nuestros Reyes Católicos, consistió en la realización de un doble imperativo histórico: la creación de un Estado moderno y la lucha por la unidad y la libertad".

La libertad, fundamento de toda sociedad abierta

"La unidad no era sólo, para Bolívar, un medio táctico para conseguir la victoria", añadió don Juan Carlos, "sino el fin de su acción líbertadora. La libertad no era sólo, para Bolívar, un gesto esperanzador, sino que su intuición le decía que era el fundamento de toda sociedad abierta para evitar el anquilosamiento y la degradación".

"Tenemos que llevar a nuestros pueblos", continuó diciendo, "la convicción de que la libertad no es un grito de ilusión que a veces conviene ahogar en nombre de la eficacia, sino la condición necesaria de la supervivencia. Los regímenes sin libertad acaban fatalmente en el confinamiento y la parálisis, que ocultan tras la apariencia de una falsa unanimidad".

Una civilización común

Abogó más adelante el Rey por la unidad de los pueblos hermanos de América y dijo que "ese logro de la unidad es posible porque, a pesar de la riquísima variedad de sus culturas nacionales, existe una última y radical civilización común, expresada en un idioma común. La lengua que hablamos es nuestro destino. Un idioma no es sólo una forma de hablar, sino, sobre todo, una forma de ser que determina irrevocablemente una cultura".

Por último, don Juan Carlos señaló que los españoles "no podemos seguir importando conocimientos, porque al hacerlo no sólo pagamos un precio económico por ello, sino el precio, mucho mayor de falsear nuestra autenticidad Cuando queremos importar soluciones, lo que hacemos es importar nuevos problemas, porque nos vertemos en moldes extraños", y terminó diciendo: "Sí sabemos hacerlo, habremos formado una de las pocas comunidades humanas que pueden aspirar a ser protagonistas del futuro de la humanidad. Sepamos aceptar el desafío".

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