De la desmilitarización a la recíproca simpatía
Las supuestas reticencias detectadas en los pasados años entre los dirigentes socialistas y los mandos de la Guardia Civil se han convertido, cuando todavía no ha pasado un año desde el acceso del PSOE al poder, en una "recíproca simpatía" en palabras del ministro del Interior, José Barrionuevo.Las periódicas confirmaciones gubernamentales de que será mantenido el carácter militar del Cuerpo, repetidas sobre todo por los titulares de Defensa e Interior, han constituido un elemento fundamental para eliminar esas reticencias.
La férrea estructura militar interna de la Guardia Civil hace que este Cuerpo, integrado ahora por 65.000 hombres, sea fuertemente controlado por los mandos superiores, muchos de ellos procedentes del Ejército de Tierra. La desconfianza que esta situación puede crear en el Ejecutivo cuando al frente del Cuerpo figuran personas sospechosas, se transforma en elemento de gran ventaja para el Gobierno cuando la Guardia Civil es dirigida por hombres que mantienen estrechas relaciones con los gobernantes. Basado en este hecho, Barrionuevo calificó la Guardia Civil de "gran descubrimiento del Gobierno socialista". Es éste el caso actual del teniente general José Aramburu con Barrionuevo, y que, según las previsiones, se pretende mantener con el teniente general José Antonio Sáenz de Santa María.
Debido a esta situación, y a pesar de los casos -23-F, Almería, Valmojado y Villaquilambre- en los que la institución ha quedado en entredicho, el actual Ejecutivo sigue incrementando las competencias del Cuerpo y situa a algunos de sus hombres al frente de servicios tan delicados como el Gabinete de Información y Servicios Especiales del Ministerio del Interior, o en puestos clave del CESID (Centro Superior de Información de la Defensa).
Frente a este claro respaldo del Gobierno a la labor de los guardias -más de un centenar han muerto en acciones terroristas en los últimos ocho años-, los dirigentes socialistas reconocen que son necesarias algunas reformas internas, aunque todavía no las ponen en marcha: eliminar la necesidad legal de que el director general sea un militar, mejorar las condiciones de vida de las casas-cuartel, impedir que la Guardia Civil realice servicios en las grandes ciudades, reforzar la dependencia del Ministerio del Interior en detrimento de Defensa, y adaptar los medios materiales a los servicios que realiza. Entre el material actual de la Guardia Civil figuran morteros, granadas, ainetralladoras y lanzagranadas, lo que no parece muy adecuado para un cuerpo dedicado a mantener el orden entre la población civil.
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