El fantasma de Aquino agudiza la agonía de Marcos
Los poderes financieros y las cancillerías se interrogan sobre la fecha final de la caída del dictador
La margarita que deshojan estos días los filipinos y muchas cancillerías extranjeras para saber cuándo y cómo caerá el régimen de "autoritarismo constitucional" creado por Ferdinand Marcos, tiene tres últimas y decisivas hojas: el estado de salud del presidente, la opción que tome la Administración Reagan sobre si respaldar o no a su hasta ahora útil aliado y la fuerza que pueda ejercer la oposición política y social contra el régimen para ponerle fin.Cuando el pasado miércoles, bajo la presión del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del gran endeudamiento externo, el presidente Marcos devaluaba en un 27% el peso filipino frente al dólar, el régimen sufría un nuevo revés que sumar a una ya larga lista: el asesinato de Aquino, la escasa o nula credibilidad de la comisión encargada de investigarlo y de explicaciones oficiales, las manifestaciones, los actos de protesta en el barrio financiero de Makati y la cancelación o aplazamiento de la visita que debía realizar, en noviembre, a Manila el presidente norteamericano, Ronald Reagan.
"Esto me recuerda la caída de Anastasio Somoza en Nicaragua", dice el ex presidente Diosdado Macapagal, de 73 años, que milita activamente en la oposición a Marcos. "Cuando los hombres de negocios retiraron su apoyo a Somoza fue el principio del fin. Ahora, Marcos tiene enfrente a los empresarios, los empleados y los ejecutivos de los bancos y grandes empresas, que piden un cambio real y la dimisión del presidente".
Por su parte, monseñor Leonardo Legaspi, obispo auxiliar de Manila, opina a título personal que "el gravísimo problema de este Gobierno es que ha perdido toda credibilidad. Nadie acepta las explicaciones oficiales sobre el asesinato de Ninoy Aquino, ni cree que la comisión investigadora nombrada por Marcos vaya a descubrir la verdad".
Tensas relaciones con la Iglesia
En su despacho de la universidad de Santo Tomás, el mayor centro de enseñanza católico de Asia, con 45.000 estudiantes y regentado por los dominicos, monseñor Legaspi califica de "tensas y no precisamente cálidas" las relaciones entre la jerarquía eclesiástica y el Estado. El cardenal arzobispo de Manila, Jaime Sin, que asiste actualmente en Roma al sínodo de obispos, ha criticado abiertamente al régimen y se negó a formar parte de la comisión encargada de investigar el asesinato del único adversario político real de Marcos.
La crisis política que desencadenó el brutal atentado ha tenido rápidas y graves repercusiones económicas. Los titulares de la Prensa internacional, la jornada de violencia del 21 de septiembre y el incremento de las protestas populares han frenado a muchos inversionistas, que esperan a ver cómo se desarrollan los acontecimientos. Millares de turistas cancelaron sus viajes por temor a los posibles disturbios y el mercado negro y la evasión de divisas han surgido, como hongos tras la lluvia, en las últimas seis semanas.
Este panorama no parece afectar al número dos del Ministerio de Asuntos Exteriores, Pacífico Castro, que asegura que la situación es normal y que el Gobierno es el primer interesado en aclarar este "desgraciado suceso". En su despacho oficial, desde el que dirige la política exterior filipina en ausencia del ministro, Carlos Rómulo, que asiste a la Asamblea General de la ONU, Pacífico Castro echa la culpa al sensacionalismo de la Prensa extranjera y declara que "aquí las manifestaciones son pacíficas, no hay destrucción de la propiedad ni violencia. No es comparable a lo que pasó el año pasado en Madrid, cuando yo estaba allí, que ETA voló la central telefónica".
La astucia de Marcos
Castro añade que cualquier manifestación en Europa es mucho más violenta, recuerda que las universidades están abiertas y que no hay tanques por la calle, "cosa que puede verse en los Campos Elíseos de París". En cuanto al crimen, la comisión independiente lo investigará a fondo, siempre que "la oposición deje de bloquear sus trabajos".
Pero tras esta postura oficial de nunca-pasa-nada, los observadores políticos han apreciado un cambio significativo en la actitud de Marcos, al que no se le puede negar habilidad y astucia. Después de amenazar al país por televisión con reimplantar la ley marcial si seguían los actos de protesta, el presidente ordenó esta semana a la policía antidisturbios que no apareciera por el barrio de Makati y dejó a los manifestantes gritar a sus anchas. Consciente de la escasa credibilidad de la comisión investigadora, Marcos trata ahora de ampliarla, incluyendo a dos miembros de la oposición, y conversa, durante tres días consecutivos, con los empresarios que le han retirado su apoyo.
El ex presidente Macapagal, que es muy anciano y está enfermo del corazón para suponer que puede ser una alternativa a Marcos, califica de "dernagogia" estas declaraciones y amenazas. "Para qué necesita la ley marcial si Marcos tiene ahora más poderes que tuvo antes, con el estado de excepción Es el dictador más poderoso del mundo, en la URSS, al menos, tienen que votar algo en el Kremlin, pero aquí manda él solo", en efecto, el decreto presidencial número 1834, que entró en vigor en julio pasado, castiga con penas de cadena perpetua o de muerte a los culpables de "incitar a la sedición". Y la sedición es, o puede ser, cualquier acción, discurso o escrito que atente contra el Gobierno establecido. O que así le parezca al presidente.
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