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El Ejército sirio cerca a Yasir Arafat en Líbano

Cercado por el Ejército sirio, abandonado por sus aliados de la izquierda libanesa y traicionado por miles de sus seguidores, Yasir Arafat, máximo líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), espera ahora en el campamento de refugiados palestinos de Badaui junto con un puñado de fieles, a que las tropas de Damasco asalten su último reducto.

"Los sirios quieren acabar lo que los israelíes empezaron en Beirut", cuando el año pasado intentaron aniquilar a la resistencia palestina, atrincherada en la capital libanesa, y "desde hace tres días concentran fuerzas en la región, donde acaban de llegar dos brigadas de artillería y varias unidades de comandos",dijo Arafat en Badaui, campamento situado a cuatro kilómetros al norte de Trípoli. Allí, atrapados entre el mar Mediterráneo, patrullado por la marina israelí, y la carretera internacional que conduce a Siria, controlada por 10.000 soldados de Damasco, unos 2.000 fedayin y 5.000 refugiados civiles observan desde las colinas de Turbol los sospechosos movimientos del Ejército de Siria.En el último intento de evitar el exterminio de los últimos milicianos de lo que fue durante 15 años el más poderoso movimiento de la liberación nacional del mundo, Arafat ha enviado mensajes a todos los jefes de Estado árabes, incluido el presidente sirio, Hafez el Assad. Pero Arafat no se hace ilusiones sobre la eficacia de las misivas.

"Frente a nosotros están los sirios, detrás nuestro está el mar. No tenemos nada que perder.Preferimos combatir que morir ahogados", confirma un coronel de Al Fatah, principal grupo integrante de la OLP. Los 40.000 soldados de las fuerzas armadas sirias estacionadas en Líbano aprovecharon, a mediados de septiembre, la reanudación de la guerra civil para desalojar a unos 1.000 palestinos leales a la dirección de la OLP de su última posición en la llanura de La Bekaa.

El retorno de Arafat

A principios de octubre, las oficinas de la resistencia palestina en Damasco eran clausuradas o entregadas a los palestinos rebeldes a Arafat, encabezados por Abu Musa, cuyos partidarios también se apoderaron en La Bekaa del territorio cedido a la fuerza por los elementos fieles a la OLP. En Damasco se anuncian diariamente nuevas adhesiones a la disidencia palestina, algunas tan ridículas como la del mando de la inexistente "fuerza palestina y sus cuadros, pilotos, técnicos e ingenieros", que carecen de aviones. Mientras las tropas sirias estrechan su cerco en Badaui y las lanchas patrulleras iraelíes interceptan en aguas libanesas a los barcos que intentan abastecer a Arafat, la izquierda libanesa, que durante la invasión israelí hizo causa común con la OLP, también la abandona ahora.

Tres meses después de su expulsión de Siria, Arafat regresó a Líbano en barco, desde Chipre, el 16 de septiembre, tras burlar los controles marítimos israelíes, para retomar contacto con sus hombres y proclamar su apoyo a la guerrilla drusa de Walid Jumblat, en lucha contra el Ejército regular libanés y la milicia cristiana falangista. El régimen sirio puso entonces a disposición de Jumblat a varios centenares de rebeldes palestinos -2.000, según el Ejército libanés; 1.200, según fuentes independientes-, y Arafat quiso, nada más llegar a Trípoli, demostrar que sus seguidores también apoyaban con las armas al nacionalismo druso, y envió a Chuf a varios centenares de sus partidarios.

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Jumblat, que había pactado con Israel la presencia en el Chuf de palestinos disidentes, y que no dudó en dar una conferencia de prensa conjunta con el jefe de los rebeldes, Abu Musa, acogió la llegada a su región de los refuerzos palestinos leales criticando la injerencia de Arafat en los problemas drusos y calificando al máximo dirigente palestino de hombre acabado,'antes de expulsar a sus partidarios de la montaña.

Nada puede ahora, aparentemente, salvar a Arafat y a sus principales lugartenientes de la última estocada siria para acabar con una resistencia palestina fuerte e independiente. "Se trata", denuncia el presidente del comité ejecutivo de la OLP, "de una conspiración norteamericano-israelí, con la participación probable de algún país árabe", es decir, Siria.

La Administración norteamericana parece justamente dispuesta ahora a garantizar al régimen sirio de Assad un cierto papel en los asuntos libaneses, a cambio de su alejamiento de la esfera de influencia soviética y de la disolución de la OLP, según fuentes diplomáticas. Hafez Assad había emprendido ya, de hecho, esta tarea por su cuenta cuando alentó la sublevación del coronel palestino Abu Musa, que se declaró en rebeldía contra Yasir Arafat.

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