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El Papa sigue dudando si mantener o no a Marcinkus como 'banquero del Vaticano'

Juan Arias

La comisión mixta italo-vaticana, instituida para indagar "acerca de las verdaderas relaciones que existieron" entre el ex Banco Ambrosiano del suicidado Roberto Calvi y el IOR (Instituto de Obras de Religión), presidido por el arzobispo norteamericano de origen lituano Paul Marcinkus, apellidado el banquero de Dios, está a punto de publicar el resultado de sus investigaciones. Mientras tanto, creen las voces en los ambientes vaticanos bien informados de que Marcinkus abandonará la presidencia del Banco Vaticano para dedicarse exclusivamente a su otra tarea, "gobernador del Estado del Vaticano".

Se trata de dos noticias en realidad conexionadas íntimamente. El trabajo de la comisión italo-vaticana no ha sido fácil si se piensa que los resultados de su tarea van a llegar con más de seis meses de retraso. Y es que el nudo de la cuestión es doble. Primero, un problema moral. ¿Fue el comportamiento de Marcinkus y del Vaticano en la quiebra del Ambrosiano, el mayor imperio bancario privado de Italia, sólo ingenuo o incompetente, como afirman algunos, o bien desaprensivo e irresponsable y, por tanto, culpable como sugieren otros? Y, en cualquiera de los casos, el Vaticano ¿hasta qué punto está obligado o dispuesto a cubrir ese agujero que dejó el Ambrosiano, de 180.000 millones de pesetas?La comisión tendrá que avalar o desmentir la tesis del ex ministro del Tesoro, el democristiano y católico practicante Ninno Andreatta, según la cual, como informó públicamente ante el Pleno del Parlamento, entre el IOR y el Ambrosiano se habla creado de hecho una verdadera sociedad. Y deberá aclarar si dicha sociedad fue querida y organizada por Marcinkus o bien impuesta por los juegos sucios y chantajes de Roberto Calvi, como prefiere pensar el Vaticano.

Lo más seguro es que se pueda llegar a un compromiso. Según las primeras indiscreciones, el precio que pone el Vaticano para decidirse a pagar una cierta cantidad de dinero, aún no precisada, es que se salve moralmente a Marcinkus por las estrechas relaciones que siempre ha tenido con el papa Juan Pablo II, de quien había sido, hasta su viaje a España, el fiel organizador de todas sus giras apostólicas al extranjero y, sobre todo, el hombre a través de cuyas manos han pasado en los cinco años de pontificado, y al parecer aun antes, el dinero llegado de todo el mundo para financiar a la Iglesia polaca y al movimiento Solidaridad de Lech Walesa.

El Papa, se afirma, podría aceptar, como máximo, un juicio de "imprudencia financiera" sobre Marcinkus y quitarle, por tanto, de presidente del IOR con la excusa de que este organismo, que es en realidad el banco del Papa, se va a reestructurar de arriba abajo. Ya que es evidente que no ha funcionado, al acabar implicado por buena y por mala fe en dos escándalos del calibre de la quiebra del Banco de Michele Sindona (aún en la cárcel) y de Roberto Calvi, que acabó, como se sabe, asesinado bajo un puente de Londres.

Que no sea interrogado

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Sin embargo, hay quien asegura también en el Vaticano que el papa Wojtyla dejará, por el momento, a Marcinkus como presidente del IOR. Además, el Vaticano quiere evitar que Marcinkus pueda acabar siendo interrogado ante la comisión del Parlamento que investiga sobre la logia masónica P-2, de Licio Gelli, o caer en manos de la Magistratura de Milán, cuyos jueces habían enviado el año pasado un aviso judicial al banquero vaticano, lo que equivalía a anunciarle que habían empezado a investigar sobre posibles delitos en materia financiera.Según noticias filtradas en la capital en los últimos días, la comisión sobre la P-2 va a volver a insistir para que se presenten a declarar, ante los 40 miembros del Parlamento que la componen, tanto monseñor Marcinkus como los otros dos banqueros seglares del IOR, Luigi Mennini y Pellegrino de Strobel, ambos refugiados en el Vaticano para no exponerse a caer en manos de la Magistratura que investiga su participación en la quiebra del Ambrosiano.

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