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La inquietud de los desheredados del campo andaluz

Los sindicatos esperan una reforma agraria que no olvide que el 50% de la tierra productiva de Andalucía está en manos de un 2% de familias

Problemas derivados del latifundismo; de la existencia de fincas medias en manos de la burguesía urbana, desinteresada en su explotación; de la falta de inclinación al cooperativismo; de la mala comercialización, y del simple y puro exceso de población tienen abrumado al campo andaluz. Un campo, por lo demás, rico. El viajero que recorre por primera vez las carreteras de Andalucía se sorprende ante el aspecto de sus campos. Excepción hecha de los desiertos de Almería y de alguna zona aislada más, aquí se encuentra uno con una tierra que parece mostrarse generosa a la hora de ofrecer sus frutos.Pero hay, en primer lugar, un latifundismo que viene de lejos. Un 50% de la tierra productiva está en manos de un 2% de familias. No todas, ni mucho menos, tienen abandonadas sus tierras. Pero, evidentemente, han buscado modelos de producción que les produzcan la máxima rentabilidad con el mínimo de problemas. Se ha ido por eso a cultivos que proporcionan escasa mano de obra. Existe, en segundo lugar, una gran cantidad de fincas de tamaño medio en posesión de una burguesía media, trasplantada a la ciudad hace dos o tres generaciones y que las mantienen porque estiman todavía que so o es señor quien posee tierras. Hay en este apartado un buen número de hectáreas mal aprovechadas o simplemente abandonadas. Existen pequeñas fincas, en manos de pequeños propietarios, que se enfrentan a problemas de rendimiento y comercialización en una tierra donde el movimiento cooperativista aún está en sus primeros pasos y donde cada cual ve con recelo la posibilidad de asociarse con el vecino, que, al fin y al cabo, siempre es más vago que yo, saca productos peores y se va a aprovechar de mi trabajo.

ALFREDO RELAÑO, Sevilla

M., Barcelona

Hombres en busca de pan

Y existen, por fin, los jornaleros, los desheredados. Una masa difícil de contabilizar, pero que se traduce en un censo del paro comunitario que oscila, según épocas del año, entre 90.000 y 120.000 personas. Hombres que andan desde varias generaciones atrás de un lado a otro con la obsesiva necesidad de encontrar una tarea, un peonaje, con el que reunir algo de dinero. Establecen sus circuitos migratorios, que les pueden llevar cerca: a la vega del Guadalquivir, a recoger el algodón, o lejos: en busca del espárrago, en la Rioja, o de la vendimia, en Francia. Tienen por enemigos a la mecanización del campo, que les roba poco a poco jornales; a los grandes terratenientes, que se inclinan por los cultivos que les den más rendimiento, sin preocuparse por el número de puestos de trabajo que ofrecen, y a la crisis industrial, que ha provocado un frenazo a la emigración e incluso un retorno de emigrantes que, después de haber agotado todas sus posibilidades en la sociedad industrial, regresan al campo, donde resulta más fácil defenderse, rachear.El paro comunitario ha sido una forma de mantener en unos mínimos de supervivencia el nivel de vida en el campo, pero la fórmula ya está gastada. A cambio de la paz social en el campo se ha creado, con esta fórmula, La reforma agraria una generación de hombres queno tienen oficio, que se han ido desarraigando de las tareas agrícolas, que han entregado parte de su dignidad al renunciar al compromiso de ganarse la vida. Aparte de eso, la elaboración de los censos de beneficiarios ha dado lugar a una gran picaresca, con inclusión en los mismos de personas que nunca han sido realmente trabajadores del campo, sino pequeños comerciantes, pequeños propietarios o empleados por cuenta ajena. En algunos casos, desde luego, personajes a quienes esta actividad deja una renta mínima, que el paro adecentario no hace más que adecentar; pero eso no quita para que el jornalero liso y mondo se sienta agraviado al ver beneficiado por el paro agrario a quien, en relación con él, está en posición desahogada.

La depuración de los censos, iniciada a principios de este verano, dio lugar a las primeras alteraciones. Los gobernadores civiles ordenaron una revisión profunda, y en poco tiempo fue tachado de las listas un 10% de los beneficiarios que no reunían los requisitos mínimos. CC OO del Campo -el sindicato, con diferencia, con mayor implantación- comenzó con una política de encierros y ocupaciones de fincas, y consiguió que la medida se flexibilizara un tanto. En especial en el apartado de las percepciones por unidad familiar, que en principio debían quedar reducidas a una por familia de cuatro o menos miembros y dos a partir de cinco.

En cualquier caso, el sistema actual del paro comunitario va a ser sustituido por otra fórmula, que en principio se considera más aceptable, aunque CC OO presentó fuertes críticas a esta alternativa hace ocho días en su conferencia de Badolatosa.

La reforma agraria

Pero ahora la gran cuestión pendiente es la reforma agraria. Escuredo la anunció en Ronda, hace pocos meses, con ocasión del cincuentenario del congreso georgista, y desde entonces esa expresión se repite de forma casi obsesiva en Andalucía. Aunque reforma agraria se traduce, en la memoria histórica del pueblo español, por la tierra, para el que la trabaja, el PSOE se apresuró a hacer correr otra expresión: "Se trata de una reforma de uso, no de propiedad".¿Cuáles son las líneas de la reforma agraria proyectada? Hasta ahora apenas nada se ha filtrado, porque, de hecho, no es mucho lo que existe. Sólo un borrador que estudia Escuredo estos días y que será presentado a la próxima junta de Gobierno.

Por lo que puede saberse hasta el momento, el proyecto pasa por la utilización de grandes bolsas de propiedad pública, cuya base está en las tierras expropiadas a Rumasa, para poner en marcha nuevas experiencias de explotación. Las tierras de Rumasa podrían verse acompañadas de otras a comprar a propietarios privados no interesados en su explotación, o incluso expropiadas. Para ello, al parecer, se podrían imponer un listón más bajo en la aplicación de ley de Fincas manifiestamente mejorables y se exigirían cupos de producción.

Por otra parte, la junta contará con las transferencias del Icona, cuyas propiedades en Andalucía son enormes. El Icona va a ser incorporado a la Consejería de Agricultura, lo que ha servido para que los conservacionistas se echaran las manos a la cabeza, pues es bien sabido -además de natural- que los ministerios de Fomento y Desarrollo no son nada amigos del conservacionismo.

Gobiernos enfrentados

Pese a lo poco que se conoce del proyecto, sí se sabe que hay ciertas desavenencias entre los Gobiernos central y autonómico. En primer lugar se teme que en un momento en que se está haciendo una reconversión industrial fríamente, sin miedo a cortar miles de empleos donde haga falta en busca del objetivo superior de una recuperación económica a medio plazo, contrastará muy posiblemente con una reforma agraria en la que no se podrá buscar con esa misma frialdad el beneficio económico futuro caiga quien caiga, porque el campo andaluz no está en condiciones de soportar lo que soportan núcleos industrializados. "La reconversión industrial es, en realidad, un problema de ricos", manifestaba hace poco en privado un consejero de la junta.En el campo andaluz no hay muertes por hambre, pero son muchos los que alcanzan la supervivencia con lo justo. Unos cogen espárragos silvestres; otros, tagarninas; otros, pajaros; otros, caracoles. Los hay que salen con detector de metales en busca de monedas del subsuelo que hablan de un pasado muy diferente. La sequía ha venido a complicar más las cosas, porque ha matado también un buen número de peonajes. Evidentemente, si de la reforma agraria no sale un cambio serio de la situación, el campo andaluz no podrá aguantar mucho más.

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