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ALEMANIA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Alemania: tres incógnitas y una certidumbre

Una coalición hacia el centro con los Verdes o los socialdemócratas, las opciones más probables, supondría un pacto de cierta relajación fiscal

Friedrich Merz
El líder de la coalición de centro derecha CDU-CSU, Friedrich Merz.CLEMENS BILAN (EFE)

Ante las elecciones generales alemanas en dos semanas, una de las certezas es quién va a obtener más votos y casi seguro será primer ministro: el líder de la coalición de centro derecha CDU-CSU, Friedrich Merz. Pero es aún incierto qué gobierno se formará, qué medidas tomará contra la actual recesión en Alemania y qué papel jugará en afrontar los múltiples retos a los que se enfrenta Europa.

La primera incógnita es quién acompañará en el nuevo gobierno a la CDU-CSU, sabiendo que, con las actuales encuestas en la mano y asumiendo que se cumple el bloqueo anunciado por todos los partidos a la entrada de la extrema derecha en el Gobierno, uno sin el partido de Merz es aritméticamente casi imposible. Una coalición hacia el centro con los Verdes o los socialdemócratas, las opciones más probables, supondría un pacto de cierta relajación fiscal que Merz parece dispuesto a aceptar a cambio de algunas reformas estructurales. Sería la mejor solución para una economía que necesita tanto recuperar la inversión pública como fortalecer los incentivos a la inversión doméstica, dado que muchas empresas alemanas disponen de ahorro —superávit elevado por cuenta corriente—, pero invierten en el extranjero. En cambio, un resultado de las elecciones que requiera la participación de los liberales —si consiguen entrar en el Parlamento— daría mucho menos margen a esa relajación fiscal, también necesaria para ayudar a impulsar la demanda y financiar los retrasos en materia de gasto en infraestructuras o los compromisos en defensa.

Una segunda incógnita es el tipo de reformas que esté dispuesto a adoptar el nuevo Gobierno. Sabemos que la crisis económica alemana tiene poco de cíclico y mucho de estructural, debido a los choques energéticos por las sanciones a Rusia y algunas decisiones controvertidas en política energética, a la competencia creciente de China en sectores industriales antes dominados por Alemania —con los coches como mejor ejemplo— y el enorme retraso en digitalización e IA frente a la competencia de Estados Unidos y China. Va a ser necesario afinar mucho para afrontar estos problemas con el conjunto de reformas correctas, es decir, con incentivos adecuados a la innovación, medidas horizontales y sin subvenciones a sectores que han perdido su ventaja comparativa.

Una dificultad adicional similar va a suponer el tercer reto: la política europea que, en ausencia de un Gobierno francés fuerte, requiere mucho del liderazgo alemán. La UE se enfrenta a dificultades fiscales crecientes —deuda ya elevada, envejecimiento, necesidades en defensa—, fuego proteccionista amigo y una productividad renqueante que demanda más mercado único en múltiples sectores, hacer una desregulación inteligente y canalizar la innovación a aplicaciones productivas, más que proteger campeones nacionales. Ayudar a Bruselas a liderar dicha tarea no será fácil.


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