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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Biotecnología: un tren que no hay que perder

La situación de la ciencia y la investigación en España no permite desperdiciar ninguna ocasión de acceder a las ciencias de vanguardia y las tecnologías de punta, afirma el autor del artículo, con motivo de la reunión que hoy comienza en Madrid para decidir la creación de un centro internacional de excelencia en biotecnología e ingeniería genética, del que España se ha ofrecido a ser sede.

Con demasiada frecuencia ha perdido nuestro país el tren de lo que fueron en cada momento histórico las ciencias de vanguardia y las tecnologías de punta, Las consecuencias que de ello se han derivado son múltiples y conocidas, y en alguna medida se resumen en esos aproximadamente 40.000 millones de pesetas anuales que suponen la partida que en concepto de royalties por ciencia y tecnología paga España anualmente.El partido actualmente en el Gobierno ya señalaba en su programa electoral como una de sus principales y urgentes tareas la ordenación, potenciación y desarrollo del sistema ciencia-tecnología. A nadie se le oculta, sin embargo, que son impensables brillantes resultados inmediatos que colocaran a nuestro país en un lugar muy diferente del que actualmente ocupa.

La compleja y penosa situación en la que se encuentra el sector exige una reflexión rigurosa que haga posible el desarrollo sistemático de acciones encaminadas a promover un crecimiento armonioso y en coherencia con las reales necesidades de la actual y futura sociedad española. Habrá de recapacitarse con honestidad y sin fáciles triunfalismos sobre cuáles son los objetivos que en distintos plazos habrán de conseguirse.

Aplicación multisectorial

En cualquier caso, en estos momentos es fundamental que España no vuelva a dejar pasar oportunidad alguna de incorporarse al tren de las ciencias y tecnologías del futuro, y evidentemente, uno de estos dominios científicos es hoy la biotecnología.Desde hace unos cuantos años, la biotecnología y la bioindustria se han ido conformando como un área del conocimiento científico llamada a revolucionar la actividad industrial del porvenir. Los campos de su posible competencia son varios, y todos ellos de singular importancia: la industria farmacéutica, la energía, la agricultura, la industria química, la minería... En un documento elaborado el pasado año por una comisión de expertos de la OCDE se señalaban tres grandes bloques de aplicación para la biotecnología. El primero de ellos es la salud humana, y en él se citan como ejemplos la obtención industrial de anticuerpos monoclonales de interferón, la preparación de vacunas, de hormonas, de enzimas, de proteínas, de nuevos antibióticos, medicamentos y vitaminas, y finalmente, la posibilidad de avances en la terapia genética para el tratamiento de las enfermedades hereditarias. El segundo gran bloque está constituido por la alimentación, agricultura y horticultura; destacan en su dominio la producción de aditivos alimentarios, de variedades vegetales nuevas o mejora de las conocidas (por ejemplo, cultivo de plantas ricas en hidratos de carbono en las que se introducen genes de proteínas), pesticidas y herbicidas de alta especialización, vacunas de uso veterinario (peste porcina, fiebre aftosa), hormonas de crecimiento vegetal, abonos, fijación microbiana del nitrógeno, reactivos de diagnóstico para las enfermedades de plantas y animales. Finalmente, el tercer grupo incluye la energía, las materias primas, los productos químicos y el medio ambiente. En él se destaca la obtención de biomasa a partir de sustancias químicas, de desechos, de residuos de cultivos energéticos; producción de hidratos de carbono, de proteínas, de lípidos, de hidrocarburos; producción de hidrógeno y de dióxido de carbono, sustancias químicas y disolventes; extracción de metales; sistemas microbianos mejorados para la lucha contra la contaminación atmosférica.

Expectativas

Si para cualquier país es evidente la importancia del desarrollo de esta nueva forma de conocimiento, tanto más lo es para aquellos que están infradesarrollados o en vías de desarrollo. La escasez de alimentos, el profundo y continuado deterioro del medio ambiente, los problemas sanitarios..., pueden ser acometidos desde unas nuevas perspectivas revolucionarias a través de las posibilidades que ofrece la biotecnología.Hace un par de años, la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) decidió la creación de un centro internacional de excelencia en ingeniería genética y biotecnología. En el proyecto se pretende la participación del mayor número de países, y entre ellos deben figurar desde los más altamente desarrollados (EE UU, URSS, RFA, Reino Unido, etcétera) hasta aquellos con más escaso índice de desarrollo (Ghana, Senegal, Mauritania, etcétera).

Para el anterior Gobierno, la importancia del proyecto pasó prácticamente inadvertida o al menos no fue valorada en su justa medida. En consecuencia, la participación española fue en su inicio prácticamente nula. No ha sucedido lo mismo con el nuevo equipo gubernamental, y desde prácticamente su misma toma de posesión ha intervenido decididamente en el asunto, concretando, en primer término, que sea en Madrid -entre los días 7 al 13 de septiembre- donde se celebre la reunión de plenipotenciarios de estos países. En segundo lugar, España ha presentado formalmente su candidatura como sede definitiva de este futuro centro de excelencia en la reunión preparatoria de expertos que a finales del pasado mes de julio se celebró en Viena.

La decisión española de presentar su candidatura fue tomada por los tres ministerios que participaban en el proyecto: Educación y Ciencia, Industria y Energía y Asuntos Exteriores, y obedeció fundamentalmente a dos consideraciones: la existencia en nuestro país de una previa estructura de investigación de calidad en este campo y las ventajas que, sin duda, representaría para España el que ONUDI adoptara finalmente tal decisión.

Emilio Muñoz es director general de Política Científica del Ministerio de Educación y Ciencia.

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