La tensión internacional provoca reserva y precaución en los mercados de valores
La actualidad económico-financiera de la semana está centrada en el trágico incidente de las remotas islas Sajalin, o por mejor decir, en sus eventuales implicaciones. Hasta que el jueves la terrible noticia diera lugar a un clima de general estupor, a nivel mundial, en los sectores monetarios y financieros de Estados Unidos se había notado la falta de una orientación concreta: altibajos en el dólar y actitud de reserva en Wall Street y en el mercado de rentas fijas, según informa Drexel, Burnham & Lambert.De un lado, el vaticinio de fuertes incrementos en la oferta monetaria durante el mes de septiembre, a partir del Labor Day, el lunes día 5, que marca el fin del período de vacaciones y la reanudación de las actividades económicas a su ritmo normal. En consecuencia, mayor demanda de créditos y más altos tipos de interés.
De otro, los evidentes síntomas de un menor ritmo en la marcha de la reactivación (más bajo volumen en la cartera de nuevos pedidos a la industria, en la construcción de viviendas unifamiliares, y un crecimiento de sólo el 0,3% en los indicadores económicos básicos -todo ello, referido al mes de julio-), De ahí la difundida idea de los peligros de un excesivo proceso inflacionario quedaban en buena parte disipados, y con ello, la probabilidad de que la Reserva Federal hubiera de tomar medidas restrictivas en materia de facilidades crediticias.
El jueves, día 1, las agencias de noticias daban cuenta de que había sido derribado un jumbo que cubría una línea comercial, entre cuyo pasaje se contaban muchos ciudadanos de Estados Unidos, incluido un congresista. Muchos recordaron que un incidente muy parecido, el hundimiento del Lusitania por un submarino alemán, fue la causa primordial que originó la entrada de Estados Unidos en la gran guerra de 1914-1918. Pero ahora son otros tiempos.
Cuando el secretario de Estado dio cuenta oficial de la noticia, la reacción en los mercados fue inmediata. El dólar subía en flecha, impulsado por las compras del capital deseoso de cobijarse bajo seguro refugio, y, en lógica reacción, bajaban las rentas fijas y los títulos industriales o de servicios.
La opinión y los poderes públicos no tienen ya las histéricas reacciones de antaño. Y ello se debe, posiblemente, más que a un cambio en la naturaleza humana, al hecho de que los riesgos que implica un conflicto bélico generalizado son incomparablemente mayores.
Ha bastado que en el curso de la jornada del viernes las noticias no apuntaran hacia un agravamiento de la crisis para que los mercados recuperaran su ritmo normal: ligeras fluctuaciones en todos los sectores, mayormente determinadas por una general actitud de reserva y precaución ante la perspectiva de un fin de semana más largo de lo habitual.
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