Lección para pacifistas
El derribo por parte de la URSS de un indefenso avión de pasajeros coreanos, so pretexto de haber entrado en su espacio aéreo, es toda una demostración del auténtico estilo de la política soviética. Ojalá la tragedia de esas 269 víctimas inocentes de la prepotencia paranoica de los soviéticos sirva para hacer recapacitar a muchos ingenuos embarcados en la propaganda suicida del desarme unilateral.Resulta escalofriante el cinismo con que los rusos han intentado, primero, negar cualquier incidente y, después, lanzar una densa cortina de humo propagandístico destinada a desorientar y confundir la opinión pública internacional.
Constituye todo un éxito para los valerosos asesinos de pasajeros coreanos ver cómo en las propias naciones de Occidente es el presidente americano Reagan quien tiene la imagen de sádico militarista, y la más importante potencia democrática del mundo, aparece como un feroz imperio dispuesto a conquistar el mundo.
Mientras tanto, Andropov, el siniestro jefe de la más cdminal policía política desde la Gestapo, el KGB, ahora dueño de la URSS, aparece como un anciano dialogante, y los maniféstantes verdes alemanes olvidan gustosamente el vertiginoso expansionismo soviético en África, Asia y el Caribe, la ocupación de Afganistán y Checoslovaquia, y otras inúltiples hazañas de los campeones de la paz.
Los ecologistas de Greeripeace o los sonrientes manifestantes contra la OTAN no durarían libres ni un segundo en una calle o en una playa de la URSS. Pero si el misil asesino hubiera sido americano tendríamos verbenas y manifestaciones interminables. ¿Hasta cuándo nuestros pacifistas van a ser capaces de ignorar el rostro y la identidad de los auténticos "señores de la guerra" del siglo XX?
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