La provincia de Guipúzcoa comienza a recobrar la normalidad, pese a los graves destrozos de las riadas del viernes
Las aguas que arrasaron el viernes gran parte de las localidades guipuzcoanas han vuelto a sus cauces y la provincia recupera poco a poco su fisonomía, pese a que las inundaciones han dejado una larga secuela de destrozos. Las brigadas de trabajo han conseguido vencer ya el aislamiento de las poblaciones, y se empeñan ahora en lograr la normalización de la vida en esta provincia. La mayor parte de las vías de comunicación permanecían abiertas anoche, a expensas, sin embargo, de los contínuos desprendimientos de tierra y las previsiones meteorológicas que anunciaban eminentes aguaceros.
Eibar, Legorreta, Ermua, Garagarza, Motrico y Deva, se encuentran incomunicadas por teléfono así como barrios enteros de Tolosa y Elgoibar. El abastecimiento de agua y de alimentos ha sido solventado, al menos provisionalmente, pero muchas familias han tenido que buscar refugio en casas ajenas, facilitadas por personas que han atendido las continuas llamadas a la solidaridad. En la totalidad de las localidades afectadas, grupos de vecinos voluntarios se suman a las brigadas de trabajo y a las labores de limpieza, desescombro y reparación de puentes, carreteras, viviendas y comercios.El fluído eléctrico ha vuelto a la mayoría de las localidades de los pueblos dañados, llevando la tranquilidad a no pocos vecinos que temían los saqueos, actos que al parecer no llegaron a producirse la noche del viernes en que buena parte de la provincia se encontraba a oscuras. De las numerosas personas que fueron atendidas, por los servicios sanitarios, únicamente cuatro tienen heridas de consideración. Algunos vecinos lograron evitar ser engullidos por las aguas, atándose con cuerdas a los puntos más sólidos de sus casas.
La alarma se mantiene, pese a todo en Guipúzcoa, en previsión de que nuevas tormentas lleven a un retroceso de paulatina normalización iniciado ayer. Según los meteorólogos, cabe la posibilidad de que puedan producirse precipitaciones de 40 litros por metro cuadrado, cifra muy alejada de la media de 160 litros que cayó el viernes en la provincia, pero importante si se tiene en cuenta el nivel actual de las aguas.
Contagiados por la sensación de vuelta a la normalidad, miles de automovilístas salieron a las carreteras haciendo caso omiso de las contínuas advertencias que los servicios de Protección Civil hicieron a lo largo del día, pidiendo que se evitara la utilización de las rutas guipuzcoanas en unos momentos en que las unidades sanitarias y las brigadas de trabajo necesitan desplazarse son rapidez a lo largo de la geografía guipuzcoana. El mapa de las carreteras está salpicado de desprendimientos de tierras, lo que provocó ayer tarde atascos de hasta 30 kilómetros.
A última hora de la tarde de ayer se restablecieron las comunicaciones por la mayoría de la carretera de la provincia. La autopista Bilbao-Behobia quedó abierta al tráfico, así como la carretera general Madrid-Irún, por donde se podía circular con precauciones. Asimismo se abrió la ruta a Pamplona, a través del puerto de Velate, por Irún, mientras quedaban tambien abiertas practicamente todas las carreteras comercales.
En poblaciones como Rentería, donde la avalancha de agua destrozó las presas de Karrika y Erdotz, el abastecimiento de agua potable no podrá ser reanudado hasta dentro de unas semanas. Las autoridades sanitarias temen que se produzcan ahora epidemias gastrointestinales, por el consumo de agua no suficientemente clorada, y recomiendan a la población que hierva el agua dos veces, o vierta en ella gotas de lejía.
Miembros de la Cruz Roja y de la DYA (Asociación de Ayuda en Carretera) se desplazaron ayer a Vizcaya para sumarse a las personas que trabajan en esa provincia. La reacción de los distintos pueblos ha sido distinta, a tenor con la incidencia local de la catástrofe. Ibarra ha suspendido sus fiestas, mientras que las localidades de Urretxu y Bidegain han decidido mantenerlas y combinar los actos festivos con los trabajos de limpieza y reparación.
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