El Valle de los Caídos, un complejo de difícil despolitización y costoso mantenimiento
Todos los sectores que tienen alguna responsabilidad directa o indirecta sobre el futuro del Valle de los Caídos -Gobierno central, Gobierno autónomo madrileño, prior de la abadía y Consejo de Administración del Patrimonio Nacional- se muestran de acuerdo en que los restos del general Franco y del fundador de Falange Española, José Antonio Primo de Rivera, deben seguir en la basílica de dicho lugar, aunque coinciden en su intención de que se despolitice progresivamente dicho lugar, objetivo que consideran que traerá por sí mismo el paso del tiempo.
Joaquín Leguina, presidente de la Comunidad de Madrid, no muestra un especial interés, amén de considerarlo harto improbable, en que le sea transferida a la misma la gestión de¡ complejo del Valle de los Caídos, aunque afirma que no lo rechazaría si ésta fuera la voluntad del Gobierno. Leguina manifestó que el monumento tiene "especiales connotaciones, claramente antidemocráticas", que justificó, entre otros motivos, por quienes hicieron el monumento con sus manos", en alusión a los presos políticos que realizaron su construcción. Pese a considerar que todavía no significa el símbolo de la reconciliación entre los españoles, Leguina calificó de "absurdo y arbitrario" todo proyecto que entrañe la exhumación y traslado de los cadáveres de Franco y José Antonio. "Forman parte de la historia; dejémoslos en paz". Agregó que en este punto el Gobierno debe actuar con "paciencia, imaginación y ninguna agresividad".Ramón Andrada, gerente del Consejo de Administración del Patrimonio Nacional, precisa que a esta entidad le fue atribuida la administración provisional del Valle de los Caídos por la ley reguladora del Patrimonio Nacional de junio de 1982, hasta que el Gobierno constituya una comisión que integre a todas las partes afectadas (presumiblemente, la comunidad benedictina, el Ayuntamiento de San Lorenzo de El Escorial, Gobierno autónomo, Patrimonio Nacional y Ministerio de la Presidencia). Esta comisión, cuya creación ha sido oficiosamente anunciada para después del verano, redactará una propuesta sobre el régimen jurídico deseable para dicho complejo monumental, que elevará al Gobierno para que éste tome una decisión definitiva al respecto. En cualquier caso, el Valle de los Caídos dejó de constituir parte del Patrimonio Nacional a partir de dicha ley. Andrada es partidario de "dejar a los muertos en paz", por considerar que el tiempo acabará por borrar toda politización al citado complejo. "¿Quién se acuerda ya del general Palafox? ¿Quién sabe dónde tiene enterrados a sus bisabuelos?", afirma. Una portavoz del Ministerio de la Presidencia, asegura que en dicho departamento nunca se ha planteado el posible traslado de los restos de Franco y José Antonio fuera de la basílica, afirmación corroborada por el portavoz del Gobierno, Eduardo Sotillos.
71 millones de pesetas de pérdidas
En el Valle de los Caídos, además de la propia basílica y de la abadía de los monjes benedictinos, se encuentran una escolanía, un colegio y una hospedería regentada por éstos; el Centro de Estudios Sociales, bloques de viviendas para las familias de los casi 80 funcionarios que cuidan de su mantenimiento, así como los edificios de cafetería y restaurante. A pesar de la gran afluencia de visitantes, estimados en más de 600.000 anuales, en 1982 el Valle de los Caídos arrojó un déficit de 71 millones de pesetas. Los 92 millones de pesetas ingresados por venta de entradas y publicaciones no bastaron para compensar los 163 millones de pesetas de gastos, de los que 140 millones correspondían a nóminas de personal; 13 millones, a los monjes, y nueve millones, al Centro de Estudios Sociales.La veintena de monjes benedictinos, además de dicha subvención, perciben los ingresos que les proporcionan la hospedería, que dispone de 170 camas, con un precio de estancia en pensión completa de 1.800 pesetas diarias, aunque los beneficios producidos por la misma parecen escasos. Con dicho fondo, los monjes han de sufragar los gastos de la escolanía para formar a medio centenar de niños cantores del coro, previamente seleccionados por un sacerdote por toda España, así como el colegio donde éstos son educados. Los funcionarios destinados en el Valle de los Caídos cobran un plus de un 50%, por lo que su abanico salarial oscila entre 70.000 y 145.000 pesetas brutas mensuales. El déficit previsto para 1983 asciende a 88 millones de pesetas, resultante de que los 98 millones de ingresos previstos no compensarán los 186 millones de gastos.
Evidentemente, fuera de las fechas de marcada resonancia política -20-N, 18 de julio o 1 de octubre- no existe un nexo común de motivación entre los visitantes. Junto a las inevitables invasiones de autocares de japoneses, menudean las visitas de diversos operadores turísticos con colectivos extranjeros y españoles, así como excursiones escolares. No pasa inadvertida la presencia de algunos visitantes con los tópicos bigotitos recortados y gafas oscuras sobre un rostro hierático. Pero no es menos cierto que EL PAÍS ha presenciado cómo un visitante de avanzada edad silbaba ufano la melodía Jarama Valley, que popularizó la brigada de voluntarios norteamericanos Abraham Lincoln mientras defendía Madrid del asedio de las tropas franquistas durante la guerra civil, pagando un alto precio de sangre en la batalla del Jararna. Quizá se trataba de un ex brigadista deseoso de conocer la tumba de su ex enemigo.
Una difícil despolitización
La despolitización del complejo, al margen de la presencia de los restos de Franco y José Antonio, parece ardua. En el mosaico de la cúpula, obra de Santiago Padrós, aparece un Cristo sedente al que se dirigen cuatro procesiones de mártires, dos de las cuales portan los estandartes de dos grupos políticos (Falange y requetés). La desproporción entre los muertos enterrados en la basílica de uno y otro bando (35.000 franquistas y 8.000 republicanos aproximadamente, según fuentes del Patrimonio Nacional) tampoco parece avalar mucho la tesis de que el monumento sea un símbolo de reconciliación. Paradójicamente, Padrós se quejaría de que durante los cuatro años que tardó en colocar los más de cinco millones de piezas del mosaico, no consiguiera que Franco, que visitaba muy frecuentemente las obras y supervisaba los planos, le dirigiera la palabra.El 1 de abril de 1959, al inaugurar y bendecir tan colosal obra arquitéctonica, el primado Pla y Deniel reiteraba a los millares de asistentes, en su mayoría alféreces provisionales y miembros del Frente de Juventudes, el carácter de cruzada de la guerra civil y escuchaba impasible de boca de Franco que "en el desarrollo de nuestra cruzada hay mucho de providencial y milagroso". "Mucho fue lo que a España costó aquella gloriosa epopeya de nuestra liberación para que pueda ser olvidada; pero la lucha del bien contra el mal no termina por grande que sea su victoria. Sería pueril creer que el diablo se someta", agrega Franco en dicho acto, 20 años después de haber concluido la guerra civil.
Las obras habían comenzado a primeros de abril de 1940. Según los historiadores Carr y Fusi "trabajaron en ellas unos 20.000 hombres, muchos de ellos presos políticos, y costaron 1.086.460.381 pesetas", cifra que habría, cuando menos, que sextuplicar para averiguar su valor actual, y que en cualquier caso suponía una cantidad nada despreciable en un país a la sazón en pleno proceso de reconstrucción tras una guerra civil que había destrozado medio millón de viviendas, el 75% de los puentes y buena parte de las líneas y unidades de ferrocarril, por no hablar de las cartillas de racionamiento. Personaje tan poco sospechoso de antagonismo al régimen como el conde Galeazzo Ciano, lugarteniente de Mussolini, se quejaría de que se afanan más en reconstruir los santuarios que en reparar los ferrocarriles". Precisamente, según un estudio del Centro de Estudios Sociales del Valle de los Caídos, en 1950 los españoles comían, con respecto a 1935, un 61% menos de carne, un 43% menos de trigo, la mitad de legumbres, y menos aún de azúcar. El historiador Daniel Sueiro considera insostenible la tesis del arquitecto final de la obra, Diego Méndez, de que ésta no costó una sola peseta al erario público, pues, según Méndez, la costeó el propio Franco con si$ ahorrillos, fruto de la parte de loá donativos que recibió durante la guerra "que no hubo de emplear en cañones". Méndez, al hacerse cargo de las obras por muerte del anterior arquitecto, Pedro Muguruza, duplicaría las dimensiones de la cripta para satisfacer las exigencias de Franco, que un día, al entrar, había dicho: "No me gusta. Esto da la sensación de que entramos en un túnel".
Destacados nombres de la construcción estuvieron ligados con la obra (Huarte, Agromán, Banús). El propio Juan Banús acudiría al penal de Ocaña, donde miraría la boca y tantearía los músculos de muchos reclusos, como más tarde recordaba uno de ellos, Teodoro García, a fin de seleccionarlos para las obras.
Sólo el paso del tienSpo conseguirá que la colosal cruz que corona la basílica - 150 metros de altura y 200.000 toneladas de peso-, sea efectivamente amparadora de "todos los que cayeron, a los de a un lado y a los del otro; y a los de enmedio", como solicitaba Javier Martín Artajo en el Ya el 18 de julio de 1957.
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