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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una ópera polémica

Jesús López Cobos y Götz Friedrich cierran la temporada lírica de Berlín con la obra de Héctor Berlioz 'La condenación de Fausto'

La Deutsche Oper de Berlín Occidental ha clausurado su temporada 1982-1983 con una nueva producción de La Damnation de Faus (La condenación de Fausto), de Héctor Berlioz, con dirección escénica por Götz Friedrich, intendente general del teatro, y dirigida musicalmente por el español Jesús López Cobos. Este último obtuvo un señalado triunfo personal, con refrendo de su labor por parte de público y crítica. Friedrich fue sonoramente contestado el día de la premiére (18 de junio).

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La fatalidad del condenado

La noche del último Fausto berlinés Jesús López Cobos no pudo atacar de inmediato -como en él es costumbre- los primeros compases de la obra de Berlioz: un público entusiasta le vitoreó frenéticamente, obligándole a levantar por tres veces a la orquesta de la ópera antes de iniciar la representación. Este homenaje de la sala, anticipo del personal éxito del maestro zamorano al término de la función, era el reconocimiento de los aficionados de Berlín a un músico que -al término de su segundo año como titular- ha remozado por completo a un conjunto desprestigiado y en baja.

Cuando en 1981, en septiembre, López Cobos tomaba el puesto de generalmusikdirektor de la ópera de Berlín -cargo que había estado vacante desde la partida, en 1971, de Lorin Maazel-, recogía a una institución musical mermada por la rutina y el vivir de las rentas de un pasado glorioso. La orquesta del teatro, en tiempo alabada por Karl Böhm como uno de los mejores conjuntos de foso europeos, había cedido su espacio de privilegio a las agrupaciones de Munich, Hamburgo o Francfort.

En tan sólo dos años, los instrumentistas berlineses han mejorado espectacularmente su rendimiento -tema que es constante motivo de comidilla entre los asiduos al coliseo de la Bismarckstrasse- y consolidado una renovada posición en el ranking de los teatros alemanes. Hoy, se dice, únicamente la orquesta muniquesa de Sawallisch está por encima del conjunto berlinés de López Cobos.

"Sólo existe una fórmula", razona el director español, "el trabajo continuado con la orquesta. Los músicos tienen que ver que el director titular está pendiente de ellos, que vigila la buena forma del conjunto. Si los instrumentos no ven a su director responsabilizado de la marcha global del teatro terminan por desentenderse. El peor enemigo es la falta de ilusión, la rutina es sólo una consecuencia".

Quizá por esa necesidad de trabajo asiduo los ensayos de la partitura berlioziana han durado más de un mes. Música difícil donde las haya, el Fausto del autor francés exige una flexibilidad casi ilimitada para ensamblar y diferenciar el cúmulo de estilos y situaciones propuestos.

Solución sucesiva

Berlioz denominó a sus pentagramas leyendo dramática, un subtítulo bien significativo de las enormes dudas que acosaban al músico ante la dualidad teatral o concertante de su creación. López Cobos, que ha dirigido la composición como oratorio en Los Angeles y Madrid -al principio de la temporada 1982-1983, con la Orquesta Nacional-, realizaba un viejo sueño al aceptar Götz Friedrich escenificar el Fausto.

Ante la alternativa introversióncontención / extroversión-desmedimiento, López Cobos ha buscado una tercera vía o solución sucesiva. Hasta la firma del pacto que condena a Fausto a la perdición, hay una huida obsesiva de gangas o despliegues (marcha húngara, fiesta en la taberna); en la cabalgada infernal, sin embargo, el español parece abrir la caja de los truenos para montar un descenso a los abismos expresionista, brutal, traducción extrema de la acusada modernidad de Berlioz. Una Damnation, pues, musicalmente redimida por el espíritu de la razón, menos cuando el sentido prevalece sobre el intelecto, algo que el montaje de Friedrich subraya repetinamente.

La cancelación de Agnes Baltsa en el papel de Margarita obligó a emplear los servicios, eficientes pero inspirados, de la americana Susan Daniel, actriz con tendencia a la exageración y mediano control vocal. Muy por encima se hallaron las prestaciones de Kenneth Riegel (Fausto) y José van Dam (Mefistófeles), perfectamente compenetrados en sus papeles de víctima y verdugo. ¿Quién podría resistirse a las componendas de un malo tan hábil como Mefisto/Van Dam?.

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