La fatalidad del condenado
La condenación de Fausto, de Héctor Berlioz, ha sido la última nueva producción de esta temporada en la Deutsche Oper de Berlín. Estreno especialmente esperado, al ser el Fausto de Berlioz una ópera de diricil puesta en escena y que, como consecuencia, casi siempre se ofrece en forma de oratorio concertante, como, de hecho, ocurrió en su estreno en la Opéra Comique de París en 1864.El director de escena Gótz Friedrich ha desarrollado esta nueva producción a partir de la diferencia de tratamiento que ya Berlioz: dio a su ópera respecto del Fausto de Goethe; él no la llama Faust Verdammung (La condenación de Fausto), sino Faust Verdammnis (Fausto, condenado). Por tanto, el elemento que juega el papel principal en la concepción del profesor Friedrich es el de la fatalidad. Fausto, desde el principio, ya está condenado, y su condena no es sino la de todo hombre que reduce su actividad a la puramente mental. Mefisto se nos aparece como el director médico de un hospital psiquiátrico, que observa sin descanso la locura (soledad) de su paciente, Fausto.
Margarita, muchacha que vive en un medio pequeño burgués, es arrancada de su puro ideal amoroso por un exorcismo de Mefisto, que, bajo la diabólica música de Berlioz, comienza al mandato de aquel "espíritu de llamas inconstantes, acudid, tengo necesidad de vosotros". El famoso minuetto que sigue a esta llamada infernal ha sido montado con una gran efectívidad dramática por el coreógrafo Hans Dresnik: 10 Faustos entran con ademanes caballerescos en la habitación de Margarita, a la que, tras descubrir su falsa identidad como Fausto (para lo que se desprenden de sus máscaras) la violan.
El pacto es otro de los puntos cumbres de la producción. Fausto firma su condena en lo que podría parecer una tablilla caldea, con escoplo y martillo, tras lo que comienza el curso hacia el abismo. En esta escena fueron los protagonistas los decorados y efectos especiales de Peter Sycora. Todo índuce a sentirnos ante una escena apocalíptica: dos caballos descarnados atraviesan la parte superior del escenario, decorado con paneles multicolores, donde se hace alusión a misiles y fechas que nos avisan el fin del mundo. Mientras, en la parte inferior, dominada desde arriba por Mefisto y Fausto, se asiste a la crucifixión de Margarita, ante los gritos aterrados de mujeres, mientras que en el fondo, monjas y enviados del diablo se entregan a los infiernos, pero no se condena en ellos; por el contrario, hace huir a las cohortes infernales; éstas, al fin y al cabo, siguen siendo un medio social, y su condena es permanecer solo, como al principio.
Isabel Franco, ayudante de dirección en la ópera de Hamburgo, ha trabajado durante dos temporadas en la Deutsche Oper de Berlín como asistente de Götz Friedrich.
Babelia
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