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Reportaje:

Matar a un ruiseñor

María Rosa Sala será juzgada el 4 de julio en Barcelona, acusada de haber matado a una recién nacida

Cada año en España son apaleados unos 40.000 niños, una octava parte de los cuales deben ser internados en clínicas. Son datos fríos, a los que se les debería sumar una verdadera legión de niños que no pudo sobrevivir a su calvario. En muchos casos las víctimas tienen nombres, como Antonio Meléndez de l'Hospitalet de Llobregat. fallecido recientemente por los golpes de sus padres, o el de María del Cielo Matías, que murió de miedo cuando la bañaban con agua fría, o Joaquín Tresseres, que agonizó tras los puñetazos de su padre. En otros casos se trata de víctimas anónimas, como el que se tratará el día 4 de julio ante la Audiencia de Barcelona, cuando Rosa María Sala se siente en el banquillo.

No llegó a tener nombre. Nació y falleció en la noche de San Jaime de 1982, al pie de un cerezo. Fue a menos de cien metros de la casa de los Malagarza, en el campo, en el término municipal de Vilanova de Sau, provincia de Barcelona. El cadáver lo descubrieron dos perros seis días después. Alguien recuerda haber visto el cuerpo destrozado y cubierto de moscas. Buscó un periódico y lo cubrió así hasta que llegó la Guardia Civil.Manifestación de María Bernatallada Solé: "En Vilanova de Sau a 1 de agosto de 1982. Siendo las dos horas, y ante el señor Juez de Paz, manifiesta que entre las cinco y las seis horas de la mañana del día de hoy, al levantarse dejó los perros de la casa sueltos y, al ver que éstos salían hacia las afueras de las casa, los ha seguido y le han conducido a un lugar junto a un barranco donde se hallaba el cadáver de una niña recién nacida".

A ella la detuvieron el mismo día que el Juzgado de Vic empezó a instruir el sumario 103/82. Se puso entonces al descubierto la historia de una muchacha de 21 años de edad, Rosa María Sala Bernatallada.

Del acta de declaración: "Que desde que nació ha vivido en la masía ubicada en la finca Manso Malagarza con sus padres y su hermano Ramón, a excepción de una temporada comprendida entre los ocho y los diez años de edad, que fue llevada a una residencia de sacerdotes jubilados en Vic, permitiéndole ir a clase a cambio de su trabajo. La dicente se dedica a las labores de la casa y la cría de. animales. Que desde hace unos seis años vive con ellos su tío carnal llamado Enrique, si bien desde hace unos meses éste lo hace en una masía que se ha construido próxima a la de sus padres. Que hace unos cuatro años, cuando aún vivía su tío en la masía de sus padres, éste le mostraba un cariño muy exteriorizado, dándole frecuentes besos y pasando posteriormente a tocarla y desearla, ante cuya insistencia la deponente acabó por consentir las relaciones amorosas que aquel solicitaba, llegando a consumar elacto sexual en diferentes ocasiones, en el granero, en el campo y últimamente en la casa de éste".

Las relaciones con su tío Enrique, con un minero llamado Olegario y las que había mantenido con anterioridad con dos campesinos vecinos quedan fielmente recogidas a lo largo de las tres declaraciones realizadas ante el juez instructor de Vic. En el sumario se explica que Rosa María a cambio recibía latas de sardinas y bombones, que le dejaban colgadas de las ramas de una encina o debajo de unas piedras.

En un momento del interrogatorio judicial, el funcionario interrumpió el relato y buceó en sus sentimientos. Rosa María le hablé entonces de su soledad -"Cuando se acostaba con su tío dice que no sentía absolutamente nada y que si lo hacía podría ser para no encontrarse tan sola y tener alguna persona próxima a ella"- y de que nunca desearía volver a ser madre -"ni siquiera en estado de casada, ya que no puede olvidar lo sucedido".

"Así maté a la niña"

A finales de noviembre se dio cuenta de que estaba embarazada. Durante nueve meses escondió su maternidad con pantalones ajustados. Hasta que empezó a sentir los primeros dolores. Fue un sábado, poco después de volver del mercado de Sant Hilari de Sacalm, donde había ido con su tío a comprar unos comestibles. Por la tarde arregló la casa, preparó la cena y se marchó a dormir.

Del acta de declaración: "Que media hora después, una vez acostada le volvieron los dolores más fuertes y seguidos que el día anterior, por lo que tuvo que levantarse, saliendo a dar un paseo por la puerta de la casa y al ver que se le pasaban regresé al lecho. Poco después, siendo las doce horas de la noche, le volvieron los, dolores y no pudiendo aguantarse salió a la puerta de la masía en pijama de color blanco y zapatillas. A pocos metros de la puerta, y debajo de un cerezo, se detuvo observando que era inminente el parto, por lo cual se bajó las bragas hasta los pies, colocándose en cuclillas, viendo como minutos después salía de su vientre un niño. Inmediatamente rompió con sus manos el cordón umbilical, y como quiera que el niño lloraba fuertemente, una vez que recogió el trozo de cordón que pendía de su cuerpo subiéndose las bragas, cogiendo al recién nacido por un pie lo trasladó hasta un barranco sito a unos cuarenta metros. Recuerda que al dar los primeros pasos se le resbaló el niño de la mano, cayéndole al suelo y recogiéndolo de nuevo por un pie. Continuó por un camino y al descender y atravesar un cultivo perdió el equilibrio cayendo al suelo y el recién nacido quedó enganchado un poco entre la ginesta y las zarzas allí existentes, teniendo que tirar del mismo para soltarlo, suponiendo que se haría daño".

Murió poco después. Primero le tapó la boca y la nariz con las manos. Más tarde le agarró por las piernas y le dio un golpe seco contra el suelo de tierra y yerba. Entonces cesó de llorar. En el interior de la casa, desde la cama, alguien aseguró que aquella noche había oído el ulular de una lechuza.

Once meses en prisión

En el mes de agosto de 1982 la acusada ingresó en la cárcel de mujeres de la Trinitat. Tenía entonces 21 años de edad. María Rosa descubrió Barcelona desde la ventanilla trasera del furgón de la Guardia Civil. Después, cuando el vehículo abandonaba la autopista, entre la bruma y por encima de los tejados, entrevió también por primera vez en su vida el mar.

El caso judicial de María Rosa empezará a cerrarse el próximo 4 de julio, cuando comparezca ante la sección primera de lo penal de la Audiencia Provincial de Barcelona. El fiscal ha calificado provisionalmente los hechos, como constitutivos de un delito de infanticidio previsto en el artículo 410 del Código Penal y sancionado con tres años de prisión menor. El fiscal asegura también que existe un delito de inhumación ¡legal del 339 del citado Código, debiéndosele imponer además una sanción de tres meses de arresto y 20.000 pesetas de multa. El letrado penalista Pedro Sánchez Vico, frente a cita tesis esgrime la inimputabilidad de la acusada. El abogado defensor basa sus argumentos en un documentado dictamen pericial psiquiátrico en el que se habla de las deficiencias mentales de la acusada y de ese estado crepuscular en el que ha vivido permanentemente.

Pero, sobre todo, el letrado Sánchez Vico al explicar este caso prefiere hacer una abstracción penal, analizar el suceso en su contexto social y asegurar que, en realidad, quienes debieran sentarse en el banquillo de los acusados son su tío Enrique, el minero Olegario, los campesinos vecinos y toda esta sociedad que redactaron un día en la Constitución el artículo 35, párrafo 4 -"Los niños disfrutarán de una protección especial por parte de la sociedad y de los poderes públicos" y se olvidaron de llevarlo hasta la casa de los Malagarza.

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