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Reportaje:España o el futuro europeo

El dinero divide al Mercado Común

Entre los temas polémicos dentro de la CEE sale a relucir la eventual integración española

Andrés Ortega

A la CEE se le acumulan los gastos. El presupuesto no da más de sí, pero a la hora de dilucidar cómo recaudar más y, al mismo tiempo, ahorrar en la administración de los recursos disponibles, los Estados miembros no logran ponerse de acuerdo. Mientras los temas se entrelazan entre sí, formando un nudo gordiano donde todo está ligado y nada atado, España sigue esperando a la puerta y se convierte en una excusa para casi todo.

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La CEE penaliza a los países importadores de alimentos como el Reino Unido, pero favorece a los productores del norte. La CEE está al borde de una asfixia financiera. El sistema instaurado en 1970 para los "recursos propios" de la Comunidad está llegando al límite de su elasticidad, y sin su reforma es difícil que España ingrese. Esta es la batalla de los próximos seis meses, que tras la reunión de Stutgart, ha de desembocar, siendo optimistas, en la cumbre de Atenas en diciembre.Gradualmente, a partir de 1970 se eliminé el anterior sistema de una contribución directa de los países miembros al presupuesto de la CEE, con una modalidad totalmente original que quedó completada en 1980 y que ahora toca a su fin. Por este sistema el presupuesto comunitario se nutre de tres fuentes directas para sus "recursos propios": las prelevas agrícolas a la importación, los aranceles y un máximo -aún no alcanzado- del 1% del impuesto sobre el valor añadido (IVA) en cada país.

Ingresos por aranceles

Un 30% del presupuesto se nutre de los aranceles. y otros derechos aduaneros frente a países terceros, como consecuencia de la existencia de la Unión Aduanera. Estos ingresos no van ya a parar a los Estados miembros, sino a la propia comunidad. Por su parte, las prelevas agrícolas son derechos en aduanas, variables, cobrados sobre las importaciones de los productos agrícolas de países terceros, cuyos equivalentes en la CEE están sometidos a la organización del mercado. Se trata así de proteger a los agricultores comunitarios por la diferencia entre precios internos y los mundiales, que suelen ser más bajos, para garantizar la preferencia comunitaria. A esta partida se suman cotizaciones sobre el azúcar. Un 70% del total de las prelevas viene de los cereales importados. Constituyen un 13% de los recursos propios, pero al variar con el mercado mundial son una fuente inestable de ingresos.

A la fuente del IVA corresponde un 55% de los ingresos de la CEE. El techo es del 1%. Ya se calcula que en 1984 se llegará a un 0,956%. Para 1984, el total de recursos propios se calcula en 26.200 millones de ecus (unidad de cuenta europea), equivalente a 3,3 billones de pesetas. Quedarían sólo libres unos 500 millones de ecus. Es poco. Cualquier crisis en el mercado se los comería. La. situación es crítica, pero sería posible seguir adelante sin grandes cambios. El exceso recaería entonces directamente en los Estados miembros, llevando a la renacionalización de parte de la CEE.

La distribución de las partidas presupuestarias es sintomática de lo que es la CEE. En el anteproyecto para 1984, la garantía agrícola se lleva un 64,6% de los fondos; la política social, un 6,88%, proporción similar a la de la política regional; la política de energías, un 1,5%, como los transportes, un porcentaje muy superior al de la investigación, Y la pesca, un 0,46%.

La política agrícola común (PAC), en opinión de un director general de la Comisión Europea, "se basa esencialmente sobre mecanismos reguladores concebidos para apoyar los ingresos de los agricultores por medio de precios garantizados o de subvenciones directas a los productos, y esto para cantidades ilimitadas que no, corresponden siempre a las necesidades del mercado". ¿La defensa?: para que haya libertad de comercio en la CEE tiene que haber una política común de sostén de los precios y un nivel único de precios por producto. No todos los productos, sin embargo, pero el aumento de los gastos agrícolas ha correspondido también a la ampliación de las listas de productos que se benefician de la ayuda.

Excedentes de producción

Hay otras causas del crecimiento de gastos: las restituciones que paga la CEE para quitarse de encima los excedentes de producción que al mismo tiempo fomenta. Cuando un productor exporta, la CEE le paga la diferencia entre el precio interior más elevado y el precio mundial, sistema que se aplica especialmente a los cereales, leche en polvo y mantequilla. Es una preleva al revés, y no es extraño que el ministro francés para Asuntos Europeos, André Chandernagor, lo califique de "aberración", pues hay que pagar en divisas por exportar con subvención cereales y sustitutos que están en excedente a la vez que se importan. Francia quiere, naturalmente, cubrir el mercado europeo con sus cereales y frenar los que llegan de EE UU.

De la partida de garantía de precios en el presupuesto, los productos lácteos, típicamente norteños, se llevan un 32%, cuando representan menos del 20% de la producción agrícola en la CEE. Por el contrario, las frutas y hortalizas -un 11 % de la producción agrícola de la CEE- sólo reciben un 6% de estos fondos. La dimensión norte-sur s e traduce también a la escala comunitaria. De ahí la insistencia italiana y francesa de reajustar los reglamentos que cubren estos productos -especialmente antes del ingreso español-. Pero para ello hace falta más dinero.

El sistema imperante plantea especialmente un problema británico: Londres da más, a través de todos estos fondos, de lo que recibe del presupuesto. Es contribuyente neto al presupuesto comunitario, con los consabidos pulsos anuales para remediar esta situación. Un país como Francia, con un 26,3% de la produccción final de productos sometidos en la CEE a organización de mercados, participl en un 23,61% del total de la partida IVA de la CEE. Saldo positivo o neutro. La proporción para la RFA esde 18 a 30; para el Reino Unido, de 13,5 a 18,8, y, por el contrario, para Italia, de 20 a 13.

De ahí la insistencia alemana y británica en un estricto control -o incluso reducción del gasto agrícola-. Francia, que no pagaría la factura, ha sugerido la técnica de "descrestar" las contribuciones. Se devolvería a los contribuyentes netos lo que les corresponde. ¿Quien pagaría? Los receptores netos. Pero, ¿se puede pedir a Italia, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Irlanda, Dinamarca y Grecia que reembolsen a Bonn y a Londres? Es un concepto díficil de admitir.

El todo forma un nudo gordiano en el cual todo está ligado. Pero nada atado. Y España se encuentra siempre esperandá, constituyendo una excusa para todo, o casi.

Benericios por Portugal

Según el inventario de diciembre de la Comisión Europea, el ingreso de España y Portugal supondrá un aumento del presupuesto comunitario del orden del 15% al 20%. La transferencia neta a los dos países será de un 4% o 6% del presupuesto de una CEE ampliada a 12. Para la comisión, la ampliación reventaría el techo del 1% del IVA, argumento que Londres no ha aceptado, al considerar que se puede reducir el gasto agrícola antes de la adhesión de España. Otros países reclaman el desarollo de nuevas políticas comunes.

Preguntado esta semana en Luxemburgo sobre el lazo que había hecho la cumbre de Stuttgart entre la reforma de los recursos propios y el ingreso de España, Chandernagor comentó que "el lazo se hace al final. Algunos países necesitan la justificación de la ampliación para poder hacer aceptar en sus países el aumento de recursos propios. Es un lazo político". España se ha convertido en un medio y una excusa. Pero parece ineludible esta negociación crucial de los próximos seis meses para elevar el techo del IVA, al tiempo que se toman otras medidas correctivas, especialmente de la PAC. El presupuesto de la CEE no es más que un 0,9% de la suma de los productos interiores brutos de los diez.

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