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Tribuna
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Wojtyla, domador de masas

La noche del sábado, en un encuentro ante más de medio millón de jóvenes en la explanada del monasterio de Jasna Gora, en Czestochowa, Juan Pablo II sacó a relucir todos sus recursos retóricos y supo entusiasmar a una masa que se comportó disciplinadamente y obedeció a su líder.Ante los jóvenes, en Jasna Gora, Wojtyla se presentó como liberado de su carga de hombre de Estado y empezó a comportarse como líder carismático, capaz de seducir a las masas. Algunos jóvenes le escuchaban como en trance, con los ojos cerrados y en actitud de éxtasis.

Esporádicamente aparecían y desaparecían rápidamente pancartas con el nombre del sindicato prohibido, Solidaridad. Cuando surgía una pancarta, se apreciaba un tira y afloja que daba a entender que había una discusión entre los que querían manifestar la presencia de Solidaridad y los que trataban de evitar problemas al Papa. Aunque había pocas pancartas de Solidaridad, abundaban las de los nombres de ciudades polacas con el mismo tipo de letra que el empleado en el emblema del sindicato prohibido.

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Cuando se acercó al micrófono, Wojtyla era el actor y el líder que conoce a su público. Empezó con bromas: "Quisiera preguntaros si una persona de Roma que ha venido hoy a Jasna Gora tiene derecho a tomar la palabra". "Te lo pedimos", gritó la masa. "¿Tiene derecho o no?", preguntó el Papa. De la muchedumbre surge el grito: "Queremos a Dios" y "Acércate a nosotros". El Papa hace ademán de bajar las escaleras y la masa grita entusiasmada.

Wojtyla saluda a los jóvenes estudiantes y a la juventud campesina y obrera y luego menciona expresamente al grupo católico Oasis, una organización juvenil que se llama Luz y Vida, fundada por un sacerdote llamado Lbachmícki que marchó de Polonia y vive en la República Federal de Alemania. Oasis tiene ciertos rasgos opusdeísticos y goza de la simpatía del Papa y de la desconfianza del régimen polaco.

El Papa lee su discurso a los jóvenes con toda clase de recursos retóricos: modula, eleva la voz y la deja caer hasta el susurro, con tono íntimo, como si hablase al oído de cada uno de los reunidos allí.

Juan Pablo II domina a la muchedumbre. Podría hacer lo que quisiera con ellos, pero los amansa, los aplaca, y les advíerte: "Os ruego mucho que, cuando vayáis, llevéis la paz y el perdón en el corazón y meditéis dentro de vosotros".

Woityla quiere aplacar. En su discurso anterior de bienvenida en la diócesis de Szczecin, la ciudad portuaria del Báltico que junto con Gdansk parió a Solídaridad, omitió un par de frases que estaban en el texto escrito distribuido previamente. El Papa dijo: "Habéis venido ante la Madre de Czestochowa con una herida en el corazón y con dolor", pero omite las palabras "o quizá también con cólera".

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