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El hundimiento del 'General Belgrano' cerró el paso a la paz en las Malvinas, afirma Haig

Soledad Gallego-Díaz

La guerra de las Malvinas, que no ha sido utilizada como argumento electoral en prácticamente toda la campaña británica, saltó con fuerza a la palestra en las últimas horas. Diputados laboristas han acusado a la primera ministra, Margaret Thatcher, de ordenar el hundimiento del crucero argentino General Belgrano cuando aún era posible una solución negociada a través de los buenos oficios del presidente de Perú, Fernando Belaúnde Terry.

El propio general Alexander Haig, entonces secretario de Estado norteamericano, ha afirmado que la iniciativa peruana, respaldada por Washington, podía haber sido un éxito, pero el hundimiento del buque, en el que perdieron la vida más de 300 personas, cerró el camino a toda posibilidad de arreglo pacífico.Haig, entrevistado por The Observer, afirma que no cree que Margaret Thatcher ordenara el ataque de forma deliberada para destruir la vía peruana, pero el hundimiento del barco influyó decisivamente en el curso de los acontecimientos. El ex secretario de Estado matiza, sin embargo, que los contactos entre Belaúnde y el presidente argentino Leopoldo Galtieri no habían llegado todavía a ninguna conclusión.

"Es imposible saber qué habría pasado si el Belgrano no hubiera sido hundido, porque en aquel momento no se podía asegurar que la Junta argentina respaldara a Galtieri", asegura Haig. El ex secretario de Estado, que actuó personalmente como mediador en los primeros días del conflicto, recuerda que Galtieri dio previamente su aprobación a acuerdos que fueron después vetados por otros miembros de la Junta. "Nunca quitaría importancia a las consecuencias del hundimiento del Belgrano, porque creo que en otras circunstancías la iniciativa del presidente Belaúnde podría haber sido un éxito". Haig estima, sin embargo, que lanzar ahora la sugestión de que Thatcher hundió el barco para evitar una solución negociada es "un golpe bajo".

Margaret Thatcher, por su parte, ha reaccionado con ira frente a dichas sugestiones. "Ordené atacar el Belgrano porque el crucero suponía una amenaza para nuestra fuerza de choque, y mi obligación como primera mi nistra es, antes que nada, defender la vida de nuestros solda dos".

Reacción airada

Su afirmación ha sido ampliamente respaldada por el equip militar que dirigió la guerra de las Malvinas, según el cual acon sejó unánimemente a la primer ministra que diera la orden de hundir el crucero. Según Margaret Thatcher, la noticia de que el general Galtieri podía aceptar las propuestas peruanas llegó, además, a Londres después de que el batco fuera hundido.

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A nivel político, las acusaciones laboristas pueden convertirse en un boomerang para el partido de la óposición. El hecho de que la guerra sea utilizada como argumento electoral en el último momento puede aparecer ante los ojos de la opinión pública británica corno una muestra de la desesperación socialista, incapaz de atajar el camino tritinfal de la primera ministra hacia un segundo mandato.

El Partido Conservador y la propia Thatcher decidieron no utilizar la guerra de las Malvinas durante la campaña electoral, para evitar no tanto acusaciones como ésta, a la que pueden hacer frente con bastante convencímiento, sino la más grave de aprovechar electoralísticamente un hecho doloroso que costó la vida a miembros de sus fuerzas armadas.

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