Los libros
Feria del Libro en el Retiro, llena de sol de Madrid y olé. En España se edita mucho (debe ser una inercia de las máquinas) se vende bastante y no se lee nada. El autor más leído por los españoles desde el boom navideño al boom de la Feria, desde el "siente un libro a su mesa" al "un libro ayuda a triunfar" (sobre todo al librero): John Le Carré. Edificante. Entre los cuarenta principales, Torrente Ballester, con cualquiera de sus títulos. Lo que ni los críticos ni el público han visto durante cuarenta años, en la obra de Torrente, ha tenido que iluminarlo la televisión con su linterna de Diógenes/McLuhan. Los críticos suelen ser aves de vuelo corto, gallináceas que van de la solapa del libro a su propia solapa manchada de fideos, y vuelta. Nunca se. decidieron a decir nada valiente sobre el escritor gallego, que resultaba atípico -¿y quién que es escritor no es atípico?- en los 40/40. Charo López le ha dado corporalidad y la linterna mcluhaniana ha iluminado su vasta obra, cogiéndole ya de viejo.El éxito, incluso cuando legítimo, es un equívoco. Otro de los autores más vendidos en lo que va de año es Umberto Eco, por una novela que se frustra/logra en ensayo. Los pensadores y ensayistas suelen hacer mal la creación literaria. Tampoco tienen por qué hacerlo bien Ferrater Mora me manda su primera novela, Claudia, mi Claudia. Del Ferrater pensador tengo aprendido mucho. Pero la literatura es el discurso imprevisible, una escritura a traición, que sorprende siempre al lector (y al autor) por la espalda. El hombre forjado en ese discurso de buena fe que es la filosofia, no suele acertar en el discurso de mala fe, traidor, inconfeso y mártir, que es la literatura. Otra cosa que anda mucho ahora es Juliano el Apóstata, de Gore Vidal, porque a la gente le gusta que le cuenten la Historia como no fue.
De Julio César a De Gaulle, los grandes hombres han creado, luchado y muerto para ser un best/ seller hacia finales del siglo XX. En lo que, con precisa/preciosa imprecisión se llama "Pensamiento", en el lenguaje mercantil de las trastiendas, quien más se vende hoy es C. Martínez Bordiú. Lo lamento por mi admirado Vizcaíno Casas, que tan sabiamente ha capitalizado el franquismo, porque la propia familia Franco se ha echado a escribir, estropeándole el negocio (y quizá las convicciones). Esto de la escritura es que tiene mucho vicio. Los libros de Picatoste y Claudín (sobre Gadérrez Mellado y Carrillo, respectivamente), y el de Gibson sobre Paracuellos, son stars entre los cuarenta principales del pensamiento español. El ABC, un suponer, tiene la gentileza (palabra que ya se ha quedado sepia) de meter un libro mío entre los que más se venden hoy de pensamiento. Es un libro que hice pensando en otra cosa. Nunca se sabe. Pero les agradezco la estadística. Para el escritor/escritor, el libro es feria todo el año, porque todo el año vende, firma autógrafos, está en contacto con su público -cartas, tesis, tesinas, entrevistas, parones callejeros-, de modo que la Feria del Libro la hacemos, mayormente, -para molar. Otro libro de pensamiento que se vende mucho es uno dedicado a las señoras -con perro- que cobran del papel de viudas. No dudo que el pensamiento de los perros sea apasionante, aunque en particular prefiero el de los gatos. Eso que he contado aquí el otro día, de que el gato respetalreserva una habitación de la casa para la aventura, la incógnita o la muerte, tiene la fascinación de uno de los cerebros más terminados, después del humano, que es el félido. Y pienso, tras una movida por la Feria del Libro, que eso es la literatura-filosofía, lirismo, épica, narrativa para el hombre: el cuarto oscuro, la dimensión desconocida, el espacio sagrado/reservado en que salvarse de la cotidianidad, de la vulgaridad y de los precios. La Feria del Libro es una cosa entre Virgen del Rocío y don Francisco Giner. Una mezcla muy española. Los escritores somos los rocieros por un día de la cultura/incultura nacional. A la Feria del Libro habría que ir en jaca.
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