La destitución de Enders, nueva victoria de la 'línea dura' de Reagan hacia, Centroamérica
El cese de Thomas Enders como subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos (que será probablemente nombrado nuevo embajador de EE UU en España) supone una nueva victoria para los partidarios de la linea dura de la Administración Reagan en relación con Centroamérica. El cambio de Enders por el actual embajador de EE UU en Brasil, Langhorne Motley, un republicano conservador coincide con el anuncio de creación de una base militar estadounidense en Honduras y con duros ataques verbales hacia Cuba.
"Se trata de una rotación normal en los altos cargos del Departamento de Estado", afirmó -sin convencer- George Shultz, secretario de Estado, al anunciar el cese de Enders a bordo del avión que trasladaba a la comitiva presidencial norteamericana a Williamsburg, donde se celebra la cumbre económica occidental.En realidad, el cambio de Enders por Motley supone el fin de un intento de doble vía de la diplomacia norteamericana hacia Centroamérica. Enders, considerado como un diplomático conservador y de posturas muy firmes, intentó potenciar una línea de negociación hacia el conflicto de El Salvador y Nicaragua en los dos años y medio al frente de la política latinoamericana de EE UU. Pero personalidades con puntos de vista más radicales, como el superconservador William Clark, responsable del Consejo Nacional de Seguridad, y sobre todo la también muy conservadora Jeane Kirkpatrick, embajadora de EE UU ante la ONU, torpedearon la política de Enders.
En el capítulo de conflictos entre Enders y la Casa Blanca hay que recordar, por ejemplo, que mientras Enders viajaba hace unos tres meses a Madrid para tratar de establecer con el presidente Felipe González una doble vía para América Central (basada en la continuidad de la ayuda militar de EE UU a El Salvador, al tiempo que se iniciarían negociaciones con la oposición),el equipo Clark-Kirkpatrick lograban imponer a Reagan la idea de que sólo el apoyo militar puede solucionar el litigio centro americano.
Reagan, en su discurso ante el Congreso del pasado 27 de abril, dio el tono de cuál será la estrategia de EE UU en Centroamérica. Más ayuda militar al Ejército de El Salvador, junto a la continuidad de operaciones de la Agencia Central de Inteligencia americana (CIA) para intentar derrocar al régimen sandinista en Nicaragua. Dentro de tal contexto, Enders se opuso, por citar otros ejemplos, al cerrojo de las importaciones de azúcar nicaragüense hacia EEUU. El último capítulo de la tensión Enders-Clark fue hace unos días, cuando el responsable de Asuntos Interamericanos caído en desgracia puso cierta reserva a distribuir a la Prensa un nuevo informe con detalles del apoyo de Cuba a la subversión en Centroamérica.
Aunque la Casa Blanca se esfuerza en señalar que no habrá cambio hacia Centroamérica tras la dimisión de Enders, los hechos demuestran una escalada en el tema, sobre todo después de la primera muerte de un consejero militar estadounidense en El Salvador, el pasado miércoles.
La Administración Reagan decide crear una base militar en Honduras, en Puerto Castilla, en la costa del Caribe, donde enviará a 100 consejeros militares (actualmente hay ya (53 en Honduras) para entrenar a las fuerzas militares de El Salvador y de Honduras en tácticas de lucha contra la guerrilla.
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