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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El regreso del Rey

EL VIAJE del Rey a Brasil y Uruguay ha dado un nuevo ejemplo de la excepcional capacidad humana y política de don Juan Carlos para llevar a cabo la tarea de asumir "la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica", función expresamente detallada, entre las atribuciones y competencias del titular de la Corona, por la Constitución. La conservación, por encima de los regímenes políticos, de los vínculos con los pueblos latinoamericanos no resulta siempre fácil de compaginar con la defensa incondicional de los derechos humanos, los valores de la democracia pluralista y las libertades públicas. Sin embargo, el talento para mantener en equilibrio esas exigencias contrapuestas, que parcialmente se niegan entre sí, pero que pueden alcanzar un punto de compromiso sin necesidad de renunciar a los principios, es la piedra de toque de un verdadero estadista.El Rey viajó, como titular de la Corona española y como Jefe de Estado de un sistema democrático, a dos naciones diferentes entre sí por sus dimensiones geográficas, su historia, su idioma, su cultura, su demografía y sus problemas económicos y sociales. Pero la diversidad de esos países también afecta a su desarrollo político. Mientras Brasil vive los conflictos característicos de cualquier etapa de auténtica transición desde la dictadura hacia el régimen representativo, la liberalización de Uruguay se halla todavía en, el estadio de las promesas verbales y está lejos de poseer esos rasgos de irreversibilidad que permitirían apostar confiadamente por el futuro democrático de la República oriental. En ambas naciones, la presencia del rey de España, el inequívoco sentido de sus palabras y de sus gestos, ha contribuido a fortalecer, sin interferencia alguna con la soberanía nacional de los países anfitriones, las esperanzas de los ciudadanos amantes de les libertades.

La importancia de las visitas de don Juan Carlos a las repúblicas latinoamericanas, en este viaje y en los anteriores, hace todavía más imperdonable que un incidente tan absurdo como la génesis del discurso pronunciado por el Rey ante el Parlamento brasileño pueda deslucir ni de lejos sus resultados. Aunque EL PAIS adelantó el pasado viernes el solapamiento del discurso del Rey con el artículo firmado por el presidente del Gobierno en la edición latinoamericana de Le Monde, parecía conveniente no entorpecer con la explotación política de este hecho el viaje de don Juan Carlos, de evidente interés de Estado. La prensa reaccionaria aprovechó la coyuntura tratando de utilizar ni más ni menos que el prestigio de la Corona contra el Gobierno, en un intento de politización de la figura del Rey, y marginando él prestigio internacional y los intereses de España. Creemos, sin embargo, que el regreso de don Juan Carlos permite ya plantear la exigencia de responsabilidades a quienes hicieron posible, por negligencia o por omisión, un error que dejó en humillante posición al Jefe del Estado y al presidente del Gobierno.

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