Según Fraga, el programa económico del Gobierno es "peligroso para la estabilidad democrático
El líder del Grupo Parlamentario Popular, Manuel Fraga, defendió ayer, ante el pleno del Congreso, la devolución de los Presupuestos Generales del Estado al Gobierno y, a la luz de este presupuesto, descalificó el programa económico gubernamental, al que calificó de "profundamente injusto en términos sociales y, por tanto, peligroso para la convivencia pacífica y estabilidad democrática del país". El ministro de Economía y Hacienda, Miguel Boyer, consideró mucho más peligrosa para la paz civil la contraposición entre clase obrera y clase media que había sido realizada por Fraga.
En su intervención, Fraga denunció la incompatibilidad del presupuesto con el programa económico del Gobierno, y aseguró que, a pesar de las buenas intenciones, significa una amenaza para la convivencia pacífica y la estabilidad de la democracia en el próximo futuro. Ante los murmullos que se escucharon, procedentes de los escaños de la izquierda, Fraga dijo: "Utilicen la sustancia gris en lugar de los rumores".El líder aliancista continuó su intervención asegurando que la clase media española, que hoy supone el 80% de la población, va a ponerse en riesgo de empobrecerse sensiblemente "y proletarizarse de forma tercermundista o comunista, en busca del estado providencia, utópico en época de crisis".
Boyer cosechó un gran aplauso cuando calificó de poujadismo y demagogia esta actitud de enfrentamiento entre las clases. Fraga insistió en que hay que potenciar las clases medias, mientras que la posición proletarizadora de los socialistas constituye una antigualla.
Boyer insistió en que quien hablaba de lucha de clases era su oponente y que, por lo que respecta al PSOE, si es cierto que el 80% de la población constituye clase media, "seriarnos tontos en tratar de aplastarla, porque pensamos seguir ganando las elecciones".
Este fue el marco político del debate con el que se inició la defensa de las seis enmiendas a la totalidad de los Presupuestos Generales del Estado presentadas -procedentes de los grupos Popular, -centristas, Minoría Catalana, PNV, PCE y CDS- en la tarde de ayer, tras la presentación del proyecto de ley por el ministro de Economía y Hacienda, quien consumió los cien primero minutos de la sesión. Boyer analizó el contexto económico mundial y nacional en el que se encuadran los presupuestos, que calificó como de "transición", adjetivo que no gustó a Fraga, quien estimó que sería de transición si el Gobierno socialista hubiera aceptado los que ya estaban elaborados por el anterior.
Abucheo y réplica
La Cámara escuchó con respeto, no exento de aburrimiento, la catarata de cifras ofrecidas por el ministro económico. Sólo en una ocasión, cuando consideró demagogia atribuir al actual Gobiemo el retraso en la presentación de los Presupuestos, consecuencia de la disolución de las cámaras en septiembre pasado, en los escaños de la derecha. se produjo un conato de abucheo, que Boyer contestó con estas palabras: "Sí, demagogia de derechas, como las que ustedes emplean".
Fraga replicó después que la demagogia era la de dar las voces en un lado y poner los huevos en otro, con lo que criticó el largo análisis de la situación económica y el contraste entre el panorama sombrío dibujado y las perspectivas optimistas con las que finalizó su discurso el ministro de Economía y Hacienda. Fraga aseguró que Boyer había conseguido que la presentación de los Presupuestos, contra las recomendaciones de Gracián, no fuera ni breve ni amena. "Ha sido más largo que una despedida aragonesa". Al margen de estas improvisaciones, Manuel Fraga siguió bastante fielmente su discurso escrito, si bien lo suavizó en numerosas ocasiones, especialmente cuando calificaba a los socialistas como "de derecha", o de "tendencia socialdemócrata", o algunas de las referencias directas al presidente del Gobierno.
Fraga, reconoció que el Gobierno había llevado a la Cámara un presupuesto más razonable en el ámbito financiero y monetario que el "disparatado" anunciado hace tres meses en la Comisión de Economía. A continuación, lo criticó duramente por tratarse, según dijo, de un presupuesto falso, sectario y partidista, regresivo, especialmente en el ámbito del paro, y más profundamente, por la incompatibilidad con el programa económico del Gobierno, ya que la política de gasto público es contradictoria con la monetaria, y será incapaz de solucionar el paro.
En la réplica, Miguel Boyer negó que pudiera calificarse de falso un presupuesto realista que recoge partidas como los seguros de cambios, que aparecían encubiertos en anteriores presupuestos en las cuentas del Banco de España.
En cuanto a las contradicciones denunciadas por Fraga, Boyer aseguró que el Gobierno había venido afirmando que se reduciría la inflación, "y ustedes no nos creían y ahora ya sí nos creen, y entonces dicen que hemos cambiado nosotros". En un momento de su intervención, cuando explicaba, un tanto teóricamente, el descenso de las disponibilidades líquidas, Pedro Schwartz le preguntó desde su escaño: "¿Puede explicarlo?", a lo que Boyer, con tono de profesor a alumno distraído le contestó: "Lo he explicado; si estuviera atento, lo hubiera entendido".
El aplauso más largo cosechado por Boyer, y procedente, no sólo de los escaños socialistas, sino de toda la izquierda y los diputados del PNV, se produjo cuando, en contestación a la acusación de que los sindicatos españoles reciben subvenciones, a diferencia de lo que ocurre en Europa, el ministro de Economía y Hacienda justificó la diferencia de trato por "el calvario padecido por el sindicalismo español, expoliado por un fascismo que duró cuarenta años, en lugar de cinco o seis como en otros sitios".
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