Diálogo de sordos en el Consejo de Seguridad, mientras se agudiza la guerra en Nicaragua
Más de 400 bajas ha causado ya en Calabando, según estimaciones de un oficial sandinista, la guerra que desde hace 10 días se libra al norte de Nicaragua, a pocos kilómetros de su frontera con Honduras. Ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el canciller nicaragüense, Miguel d'Escoto, ha responsabilizado a Estados Unidos de este conflicto. La respuesta norteamericana ha sido inmediata: el próximo año fiscal reducirá de 58.000 a 6.000 toneladas sus compras de azúcar a Managua.
Mientras la artillería pesada dispara en ambos sentidos en los departamentos de Nueva Segovia, Ginotega y Madriz, el conflicto ha entrado en una fase de intensa actividad diplomática: los cuatro cancilleres del grupo de Contadora vuelven a reunirse hoy en Panamá y Nicaragua ha llevado la cuestión a las Naciones Unidas, el foro internacional que puede resultarle más favorable. D'Escoto recordó al Consejo de Seguridad, reunido en sesión urgente, que la guerra no es menos real porque no haya sido declarada, ni deja de ser una guerra de la Administración Reagan porque los combatientes no sean fuerzas regulares del Ejército estadounidense. El canciller acusó a Washington de "entrenar, financiar, armar y dirigir" a los que incursionan en su país desde Honduras.Tras apuntar que su Gobierno no busca condenas, sino que pretende la paz, detalló los puntos que puede incluir su proyecto de resolución: cese de las agresiones, reconocimiento de los esfuerzos del grupo de Contadora, negociaciones bilaterales urgentes de EE UU y Honduras con Nicaragua y exhortación a todos los Estados para que se abstengan de actos que puedan desembocar en una guerra regional.
La embajadora estadounidense ante la ONU, Jeanne Kirkpatrick, rechazó las acusaciones, que tachó de mentirosas ante los periodistas. En su turno, dijo que la insistencia sandinista en plantear negociaciones bilaterales obedece al deseo de resolver sus problemas internos sin discutir temas como la exportación de la revolución a los países vecinos.
Al mismo tiempo que se iniciaba el debate en Naciones Unidas, el embajador norteamericano en Managua, Anthony Quainton, informaba al Gobierno sandinista de la reducción en la cuota de azúcar por los siguientes motivos: por el rechazo nicaragüense a las negociaciones multilaterales, por el apoyo a la guerrilla salvadoreña, por la retórica hostil a EE UU y porque el mantenimiento de las compras supondría un beneficio financiero para Nicaragua.
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